Valiant '78

Day 1,707, 00:31 Published in Mexico Mexico by Smells

Conducía a todo lo que daba su Valiant modelo 78 color café, sobre las carreteras federales de Baja California, mientras patrullas de policía le seguían de cerca.
No sabía cuántas horas llevaba al volante, mucho menos recordaba el momento en que la policía había comenzado a perseguirle.
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Su frente estaba bañada en sudor, el calor era agobiante y le desesperaba. Lágrimas de coraje recorrían sus mejillas; sólo sabía que la ira lo asfixiaba, la falta de tiempo para intentar conquistar su corazón le cortaba la respiración a pesar de traer los cristales abajo.

Nunca contó con el tiempo suficiente, se repetía. En ciertos momentos una traza de remordimiento le recorría el cuerpo y le nublaba la mente: se recreaba constantemente el plan que por semanas enteras maquinó. Por dentro sentía que había hecho lo correcto. De vez en vez volteaba a mirarla; ella, atada de manos, piernas y amordazada, dejaba escapar su alma mediante el llanto y desgarradores gritos que eran incomprensibles para el oído.

Llegó al desfiladero de San Quintín, cerca de Mulegé, donde un retén con militares bien armados los aguardaban. Debía tomar una decisión rapida, detener su marcha y ser arrestado por el acto cometido, o bien...



Pisó a fondo el pedal del acelerador, el motor de su Valiant rugía como león amenazando a su presa,
Quebró la malla de seguridad y cayó al fondo del barranco. Mientras caía pudo ver en su mente toda su vida, en especial las partes en las que ella fue la protagonista.
Entre vidrios y pedazos retorcidos de metal exhaló sus últimos respiros. La amó con gran fuerza y locura, le hubiera podido entregar todo su ser, si tan sólo ella le hubiera brindado esa oportunidad que por tantos años esperó y desesperó.

Fue su última morada el Valiant, de Fernando Arenas y de Lorena Sotomayor, los dos separados físicamente por unos cuantos centimetros, pero eternamente en cuestión de sentimientos.

El rescate de los cuerpos se prolongó hasta altas horas de la madrugada. La noticia causó conmoción en aquella localidad durante un largo tiempo; los pobladores hablaron semanas sobre el fatidico acontecimiento, pero conforme transcurrió el tiempo, el hecho perdió importancia, mientras las lluvias de verano arribaron y ocuparon los titulares en los diarios de circulación.


1 Noche Antes

Fernando ya no recordaba lo hermosa que Lorena se veía cuando se arreglaba, y no era para menos, era la noche de su boda. Se casaría pero no con él. Toda su vida deseó ser él el elegido para pasar el resto de su vida junto a ella, pero en lugar de ello, fue solamente convidado a participar en dicha ceremonia. Fernando fue el primer invitado en partir de la fiesta.



Fernando esperó a la pareja afuera del hotel en donde pasarían la noche. Los vio entrar al dormitorio y espero una hora antes de poner en marcha su plan. Tocó la puerta insistentemente pero nadie respondió, lo que le llevó a llenarse de ira y patear la puerta hasta abrirla a sus anchas. El ruido hizo que la pareja reaccionara abruptamente. Lorena sabía que se trataba de él. Fernando cargo la escopeta y de un solo disparo apagó la vida del recién casado, sin objeciones, sin segundos pensamientos. El esposo nunca pudo ver el rostro de su atacante. Fernando, fuera de sí, la tomó del brazo y enseguida salieron del lugar. Los testigos que presenciaron el acto hablarían inmediatamente a la policía.

Él la amaba muy a su manera, de una manera en que las mujeres nunca llegan a darse cuenta. Le reprochó el pasado y el presente; ella sólo lloraba y sollozaba palabras inentendibles. Ella no lo amaba, hacia tiempo que habia dejado de hacerlo, y es seguro afirmar que en su corazón nunca habría mas espacio para él; sus sentimientos cambiaron rapidamente por odio, rencor y rabia por haberla apartado de la persona que habia escogido para su futuro. Lorena intentaba escapar de Fernando mientras se dirigian al vehiculo, pero a pesar de los intentos no logro mas que aranar el rostro de su ahora secuestrador.

No transcurrieron más de cinco minutos para trasladarse de la habitacion hacia el vehículo.
Lo había hecho, le había arrebatado la existencia a su competidor. Habrán sido los celos, la angustia de un amor perdido, las ansias de no poder cambiar la situación; de no poder hacer que ella lo amara, pero todos esos sentimientos habian quedado finalmente atrás, ahora ella estaba a su lado, y no pensaba dejarla ir por nada del mundo.

Una parte consciente de su ser le recordaba que era ya un asesino, y que debía emprender la fuga cuanto antes.