Memorias de un soldado XI
Vittorinno
Después de la toma de Nikolztscha hemos tenido mucho trabajo. La ciudad se ha convertido en punto de entrada y salida de vehículos, soldados y de miles de personas en sus respectivas familias. Muchos padres de estas familias llevan una maleta en su mano mientras llevan en sus hombros o cargando con el otro brazo al hijo más pequeño. Uno de mis hombres, Pedro, si que ha sabido sacarle jugo a esta situación. Claro, él siempre lleva consigo una cámara fotográfica y ha captado este éxodo en distintos ángulos con algunos de sus miles de protagonistas.
Pedro suele tomar fotografías de todos nosotros; algunas veces en grupo, otras en formación, estando en combate, al marchar o cuando caminamos tranquilamente de regreso de algún reconocimiento. Saca copias de las fotografías grupales y procura repartirlas a cada uno de los que salen retratados; y en el momento en que te da la fotografía te dice: -Para recordar los buenos ¿y por qué no? También los malos tiempos-.
Y ya que te hablo de fotografías y recuerdos, te confieso que yo llevo conmigo una foto tuya. Siempre la ando cargando en mi bolsillo izquierdo de mi camisa. A veces me pierdo viendo tus ojos y recuerdo esa mirada tuya; tan hermosa y alegre, que en ocasiones se tornaba en una mirada pícara y coqueta en los momentos en que jugábamos y en que solías sacar tu lado de niña traviesa. Aún así no dejaba de ser una mirada dulce y tierna que jamás podría describir lo que me hace sentir.
Recuerdo mucho aquellos días, en que solíamos sentarnos en el parque de San Luis; en donde solíamos abrazarnos y besarnos en secreto. Recuerdo mucho esas escenas cuando me encuentro en medio de las batallas más difíciles y pesadas; cuando el miedo me llega a dominar por unos segundos. Solo en esos momentos cierro los ojos, respiro un poco más pausado, traigo del recuerdo el sabor de tus besos, visualizo tus labios en mi mente y me digo en voz alta “Quiero volver a besarlos. Quiero volver a verla. Quiero volver a su lado”. Solo eso me da nuevas fuerzas para seguir combatiendo y evitar que me maten y que siga con vida.
Por último, te digo que tengo enfrente mío la fotografía que te he mencionado, la miro siempre mientras te escribo. Y lo que me sorprende en estos momentos es que me haya sacado una “confesión”; y empezando todo por el pasatiempo de mi amigo y compañero Pedro. Pero también puedo asegurar que tienes la certeza de todo lo que te he dicho, de que te amo y te extraño demasiado.
Por ahora solo puedo decirte esto. Te diré más en un futuro.
Cuídate mucho, por favor.
TE QUIERO MUCHO.
Contigo siempre…
Comments
Pole!
Buenisimo! Subpole!
Muchas gracias. Comentarios como el tuyo me animan a seguir escribiendo este pequeño periódico. Gracias.