El albano errante... 1x01

Day 2,437, 10:05 Published in Spain Spain by Irreductibles


Primer día - Frontera croata con Serbia

Los últimos pasos hacia la libertad, los últimos minutos antes de cambiar de mundo, la frontera hacia tierras de Sirius esta tan cerca que me crezco ante la situación y ante la persecución de los serbios.

Sigo subiendo la cuesta con todo el ímpetu que mis piernas me permiten hasta que una de ellas me falla y caigo al suelo, pero no por el esfuerzo físico o el agotamiento. Un perro de presa me empieza a desgarrar todos los músculos, haciéndome perder el control de la situación. Uso todas mis fuerzas para impulsarme sobre mí propio cuerpo y caer encima del cánido aplastándolo con mí peso. Le intento asfixiar, pero se resiste sobre manera y no soy capaz. Escucho más y más cerca a mis perseguidores. Sin ninguna arma con la que matar al perro no encuentro otra salida. Clavo mis pulgares con todas mis fuerzas en su garganta hasta que consigo resquebrajar su piel y destrozar por completo su cuello matándolo.

Me quedo inmóvil mirando la escena, horrorizado ante lo que he sido capaz de hacer. Me levanto y sigo mí marcha antes de que lleguen más problemas. Finalizo la cuesta arbolada y salgo a un amplio llano empequeñecido por el bastión de piedra y acero que defiende esa zona de la frontera. Me acerco a los muros captando la atención de decenas de soldados.

-Alto, estas ante la frontera croata. ¿Qué quieres?– Dice uno de los soldados que parece ser el oficial.
-Asilo político en Croacia para un ciudadano proSirius.

Llegan tras de mí los serbios, se cuentan por centenares saliendo del bosque, un inquietante despliegue para un solo albano. Todos los militares de ambos bandos están tensos, se intercambian miradas de odio reprimido pero nadie hace nada.

-Si no os importa, retiraos de la zona y volved a la región serbia, no deberíais haberos acercado tanto- Espeta el croata.
-Es un rehén albano, no os metáis en una guerra que no os incumbe.
-Acabamos de firmar una paz entre nuestros países palurdo advenedizo, si no queréis enorgulleceros de iniciar la guerra de nuevo salid de la región.

Veo como se marchan poco a poco, reacios a la idea de tener que asumir las órdenes de un viejo enemigo por el que aún sienten animadversión. Me siento a ver el espectáculo, en parte por la diversión y en parte porque físicamente mí pierna sirve para poco más que para sangrar.

Las puertas se abren a mí espalda y alguien me ayuda a levantarme. Me arrastro apoyado en el hombro de ese soldado hasta dentro del bastión. El oficial me espera en pie delante de una escuadra de auxiliares del ejército. Me dejan ante él y empiezo a sentir cierta admiración por su inmensa altura y complexión. Tal admiración acaba unos instantes después cuando me deja retorciéndome en el suelo de un puñetazo en la caja torácica. Me cuesta respirar y la visión se me nubla.

-¡¿Cuánto crees que vales para poner en riesgo nuestra paz, pedazo de mierda?! Si no fuera por el odio que les tengo a los serbios te habría dejado morir a manos de sus perros- Me grita el croata.

Desde el patio del complejo me llevan dentro de un edificio bajo y de poca profundidad. Me bajan al sótano y me dirigen entre la multitud de salas y despachos que se hay en ese bunker. Está abarrotado de gente y militares, no es un simple fuerte de frontera.

Me llevan a una celda sin luz y sin ventilación. Paso las siguientes horas entre espasmos de dolor por mí pierna y de frío por la dura piedra sobre la que estoy tumbado. Mucho después de perder la noción del tiempo entra el mismo oficial del patio a la habitación. Lleva consigo una pistola y una vela encendida. Cierra la puerta suavemente tras de sí. Se sienta delante de mía y deja la pistola justo al lado.

-Me vas a contar porqué te perseguían tantos serbios, nunca se toman tantas molestias por una persona, y también me contarás como has llegado hasta aquí. Si cuando se acabe esta vela no sé nada interesante te mataré, créeme.
-Solo necesito tiempo y alguien que me cure la pierna, si muero desangrado antes de que te lo explique no sirvo de nada, ¿no crees?

El croata manda llamar a un médico desde una rendija en la puerta y vuelve a sentarse delante de mía.

-Vamos, ya puedes empezar.
-Veamos, para empezar soy un albano, ahora más bien un albano errante…