De Cantantes Invisibles (Gracias por sus comentarios!)

Day 3,350, 21:09 Published in Chile Chile by Kalfu P L S
SOY UN CANTANTE INVISIBLE

Ignoro cuánto tiempo estuve fuera.

Las desmotivaciones hicieron mella en mi y terminé por abandonar el juego, cambié de número y perdí la comunidad que tenía por wsp.

Pero no quiero hacer otro recuento nostálgico (si bien ese es mi ánimo), porque después de leer a Pescaman creo que poco o nada queda por decir.

Así que, querida comunidad de desconocidos, les quiero contar una aventura.

En octubre de 2015 escribí mi primera canción, unas décimas al más puro estilo violetaparrístico. Confieso que siempre he admirado descabelladamente a Inti-Illimani, y era mi sueño húmedo convertirme en el Pato Manns de las futuras generaciones. Todo partió con ese afán de imitar, del asombro de ver a mis ídolos cantar, tocar, escribir.

Semanas después llegó la segunda canción: un vals peruano inspirado en Valdivia, al que titulé (en virtud de mi habitual pobreza creativa), "Valsdivia". Y así quedó. No podía imaginar que alguna vez la cantaría frente a José Seves, Horacio Durán (Inti-Illimani histórico) y Marcelo Nilo (de Schwenke&Nilo, el legendario dúo valdiviano), en agosto de 2016.

Pero el momento cúlmine del año pasado fue en una pequeña peña. Nosotros, Cantantes Invisibles, bajamos del escenario conmovido por el cariño de la gente. Luego los grupos se sucedieron, los viejos peñeros pasaron y se fueron igual que las copas de vino que un buen amigo en el bar nos proveía.

Pasó la medianoche, la madrugada se acercaba despacio. Entonces llegó el turno de los Inti Históricos (Inti-Illimaiden pa los entendidos). Era la tercera vez que los veía en vivo. El silencio se produjo entre todos los asistentes de la peña. La voz inconfundible del eterno José Seves rompió las barreras del tiempo y del espacio.

Ven a beber conmigo en doce copas, doce campanas esta medianoche...


La noche se tiñó de estrellas. Con mis compañeros apurábamos las últimas gotas de un buen vino. Los cigarros se acababan. También la sobriedad.
Seves habló. Nos llamó a cantar Sambalandó junto a ellos. Y me vi, de pie entre mi compañero y mi ídolo de toda la vida. Qué tienes tú que no tenga yo.

La gente aplaudía. Tímidos, se alzaban puños izquierdos pidiendo el himno de antaño.

El pueblo unido jamás será vencido, decían. Gritaban. Suplicaban. Los Inti Histórico accedieron. Entonces, pasó lo impensable. Seves se sacó su guitarra, y me la pasó.

"Toca tú", me dijo.

Tomé la guitarra. Comencé a tocar. El público se estremecía. Igual que mis dedos, y mi entendimiento, nublados ambos por el vino.

"No tan rápido", me corrigió Seves. Ordené mis ideas, y comencé a tocar al tempo que me indicaba mi ídolo. Más allá, un par de compases después, entró Horacio Durán con su charango. Sí, ese mismo que escuchamos en Alturas, el Mercado de Testaccio, Danza di Calaluna y tantos otros. Cantamos. Gritamos. Soñamos un pueblo unido.

El público entero, nosotros también, todos, nos agitamos en un orgasmo colectivo. Y se fue la luna y llegó el día y con él la resaca y el recuerdo de una de las noches más significativas de mi vida.

Querido lector: si llegaste hasta aquí, te felicito por tu valentía, y te agradezco infinitamente el voto y compartir una experiencia 😉

Infinitas gracias! (...a la vida...)