UN DÍA MÁS (RELATO)

Day 2,482, 02:35 Published in Spain Spain by Borjalakis

UN DÍA MÁS

La puerta entreabierta servía para que un poco de aire refrescase la estancia. Había sido un día bastante duro. Los sentimientos seguían a flor de piel y cualquier recuerdo suyo hacía brotar lágrimas de aquellos espectaculares ojos azules que ahora estaban apagados por el dolor.

No hacía ni un mes en que aquel maravilloso gato negro con la cola blanca había aparecido por el patio de casa. No se dejaba tocar y por mucho que le llamases o le mostrases comida no se acercaba. Siempre mantenía una distancia de seguridad y te miraba desde lo lejos. Porte firme, brillante pelaje, ojos claros y tamaño considerable. Era un macho completamente negro que presentaba una pequeña muesca en la oreja izquierda fruto seguro de alguna pelea con algún otro macho de los alrededores.

Pero ese día cambió su comportamiento. Bien era cierto que poco a poco había perdido ese miedo a acercarse cada vez que le llevabas comida pero su forma de actuar, sus gestos e incluso su mirada habían cambiado, ya no era el mismo felino asustadizo. Su pelaje seguía brillando como el azabache y seguía impresionando su tamaño. Blaky parecía el nombre más apropiado y con Blaky se quedó. Es más, llegaron a hacerse una foto juntos mirando los dos a la cámara.

Otra llamada más, otro pésame recibido. La desaparición de su querido tío había destrozado su vida. Era para él más que un padre ya que él había sido el que le crió, el que le acompañó en lo bueno y en lo malo y el que había decidido cambiar su vida para cuidarle desde pequeño. La familia se resumía en ellos dos.

Quién le iba a decir que tras despedirse para ir a la Universidad iban a ser su último intercambio de palabras. Una llamada en medio de clase le heló la sangre. No conocía el número. No conocía el remitente. No le daba buena espina pero, tras salir corriendo de la clase, contestó. El mundo se paró, el silencio se apoderó de la instancia y se quedó sin habla. Amelia, la vecina de enfrente con la que su tío se llevaba de maravilla, llamaba entre sollozos diciendo que desde su ventana había visto a su tío tirado en el suelo inmóvil. Tras llamar a la policía había decidido llamarte a él para que lo supiese. Su tío le había dado tu teléfono hacía pocos días y lo guardó para una emergencia.

Voló hacia casa y estaba todo acordonado. Una ambulancia y un par de coches de policía habían colapsado la calle y un montón de gente se amontonaba en la puerta. Un montón de gente y Blaky. El gato había conseguido un punto de vista espectacular en el techo de la cabina de teléfonos de enfrente de casa. Le miré y nuestras miradas se cruzaron. Sentí complicidad en ella a la vez que cierta inquietud.

El médico, junto a Amelia, le indicó que se acercase. Tras darle el primer pésame de su joven vida, le indicó que la muerte súbita había terminado con él, que no sufrió y que le encontraron con una foto en la mano y con el gato negro a sus pies, el mismo que el médico señalaba encima de la cabina de teléfono.
Los siguientes días fueron muy duros. El entrar a casa y no verle, no escucharle era horrible y sólo le daban ganas de llorar. Por lo menos veía a Blaky y le daba de comer. Blaky se había vuelto dócil y cariñoso. Se sentaba donde su tío solía hacerlo y tampoco le gustaba el hígado, como a él. Por las noches, Blaky se marchaba por el patio y no volvía hasta el día siguiente. Con todo cerrado, el joven estudiante decidió irse a dormir. Otro día menos.

Las ganas de orinar eran tal que se despertó con urgencias. Cruzó el pasillo y allí estaba Blaky, mirándole con sus brillantes ojos claros. Se extrañó de verle pero si esperaba un segundo más tendría que ir a por la fregona. Tras su paso por boxes, decidió volver a echar al felino de casa pero no lo encontró. Todo estaba cerrado y pensó que podría haber sido alguna sombra que se pareciese a él.
Pero un olor a colonia le petrificó. Era la que su tío usaba a diario y que tan bien conocía. ¿Habría tirado Blaky el frasco? Fue al baño y no encontró nada raro ni roto. De paso, volvió a dar una vuelta por la casa a ver si veía al gato. Entró en la habitación cerrada de su tío y tras buscar, sólo encontró una foto. Su tío era amante de los animales y salía con un gato en brazos blanco y negro. Por detrás venía escrito a bolígrafo: Con el Sr. Smith. Sonrió y se fue a dormir.

Un maullido le despertó. La noche estaba siendo muy movida y comenzaba ya a enfadarle la situación. Se oían las pisadas en la tarima flotante y refunfuñando se levantó pensando por dónde cojones entraba y salía el gato. Mientras caminaba por la casa, le vino a la mente la foto de su tío con el Sr. Smith y tras volver a sonreír, se paró en seco y comenzó a temblar. Fue corriendo a la habitación de su tío y con mucho miedo abrió la puerta. Se encontró una imagen infartante. Blaky encima de la cama mirando fijamente la foto. Giró el cuello para mirarme y sus ojos brillaron. Cerró la puerta tras de sí y fue corriendo a su cuarto a ver la foto que se había hecho hace poco con él. Notó como su temperatura corporal descendía a la vez que sudaba como nunca. El pose, la muesca en la oreja, la mirada; todo era idéntico, sólo cambiaba el pelaje del gato.

Tras quedarse perplejo y sin moverse vio como doblaba la esquina Blaky y se quedaba en la otra punta del pasillo. Como si de una botella de champán se tratase, comenzaron a llegar a su mente la historia que le contó su tío de pequeño sobre la desaparición de su padre y sobre que tenía un gato blanco con la panza y el lomo negro. Corrió con los ojos en lágrimas a un álbum de familia y justo al abrirlo, aparece de frente una instantánea de su padre con el gato. Sus ojos se marcharon directamente a la oreja izquierda y allí estaba la muesca.

Blaky se alimentaba de la energía de la agonía de otras personas y eso le hacía ir cambiando a oscuro su lindo pelaje blanco. El joven, tendido en el suelo, agonizaba con su foto con Blaky en la mano y con el majestuoso felino a sus pies, que movía con alegría su cola negra.