La Venganza de Plato

Day 2,336, 17:05 Published in Argentina Argentina by Costilla de Cerdo

El Cerdo deliraba. Fantasía y realidad se amalgamaban en sus pensamientos y, entre recuerdos, llegaron a sus oídos los cantos de sus días de barrabrava. «¡Llegaron las costillas del tablón! ¡¡Lleeegoooooo el Chancho!!»

El golpe de una puerta al cerrarse. El Chancho despertó. Observó a su alrededor y descubrió que... ¡Se encontraba rodeado de barriles llenos de pólvora! El Cerdo podía olerla. Una mecha ardiente se acercaba velozmente a los barriles. Costilla iba a reventar.



El Chancho había sido atado con cinturones a un poste. Lo que Plato, inocente Plato, obviaba es que el Cerdo, en sus días de pobreza y perdición, había practicado repugnantes actos de prostitución, llegando su culo a cotizar por debajo de las acciones del carrito de panchos de la tribuna Este de la cancha de Aldobonzi.
Utilizando su indigna experiencia, el Chancho rapidamente desató los cinturones y cayó al suelo. Intentó levantarse y caminar pero… ¡DESHONOR! El Chancho había sido ultrajado numerosas veces por las tropas de Plato, por lo que apenas si podía caminar. Intentó entonces el Chancho escupir la mecha para impedirle alcanzar los barriles pero, ¡HORROR! Al Chancho le habían pegado el hocico con pegamento y no podía siquiera gritar. En un esfuerzo sobrelechonario, el Cerdo se alzo sobre sus pezuñas y, alcanzando la puerta. Intento abrirla, pero… ¡TERROR! Al Chancho lo habían drogado con un calmante para elefantes y no podía alzar sus brazos.
La mecha estaba a punto de alcanzar la pólvora. El Chancho iba a morir. En un último intento desesperado el Cerdo se abalanzó con todas sus fuerzas sobre la ventana. ¿Se encontraba acaso en un edificio...? ¿Estaría a metros de la superficie…? El Chancho saltó y, ¡fortuna! Se encontraba a centímetros del suelo y tan sólo cayó sobre… ¡El jardín de cactus de Plato! El Chancho comenzó a rodar desesperadamente y cada momento representaba un instante de inmenso dolor. Entonces la habitación estalló y el Chancho, impulsado por la onda expansiva, salió despedido y… ¡Se dio de lleno contra una medianera de cemento!

El edificio ardía en llamas y una nube negra se elevaba al cielo. El Chancho, ultrajado, drogado, torturado y humillado… Aún seguía vivo.

Y en su mente sólo existía un pensamiento: ¡Plato…!