Intruso

Day 3,041, 17:45 Published in Spain Spain by Davego

Papá y mamá no vuelven hasta dentro de dos horas, pero ahora mismo no estoy solo en casa. Pude ver desde la ventana de mi habitación, en el piso de arriba, cómo él entraba en nuestro jardín. Me apresuré en coger el teléfono inalámbrico y meterme en el armario para esconderme y llamar a la policía.

Demasiado tarde. Él ya ha entrado en la casa. Las teclas hacen ruido, si las pulso sabrá dónde estoy escondido. ¿Qué otras opciones tengo? Únicamente puedo esperar hasta que se lleve lo que quiere para salir y llamar rápidamente a mis padres. Sólo debo guardar silencio, simular mi inexistencia, mantener la calma, respirar despacio y esperar pacientemente. No es tan difícil.

El absoluto silencio que procuro mantener me permite escucharlo merodear por el piso de abajo. No arma mucho escándalo, pero sabe que no hay nadie en la casa, así que tampoco es sigiloso. Puedo escuchar cómo entra en la cocina, abre los cajones, remueve sus contenidos, cubiertos, manteles, servilletas, otros útiles de cocina. El sonido de sus pasos se amplifica al cruzar el pasillo para acceder al salón, remueve los sofás, mira en más cajones, remueve sus contenidos, levanta los cuadros. Nuestra casa es grande y vistosa, es posible que creyese que somos gente adinerada y que guardamos parte de nuestra fortuna en algún rincón o en una caja fuerte.

Sus pasos vuelven a intensificarse al acceder al pasillo. Mis nervios aumentan cuando noto cómo sube por las escaleras. El sonido y la vibración que producen son agonizantes. Es como si escuchases a la muerte acercase a ti, notas que el estado de tu cuerpo cambia, sufres un escalofrío que no llega a ser escalofrío porque tu mente te obliga a mantenerte quieto y silencioso como instinto básico de supervivencia.

Entró en la habitación de mis padres. Era predecible. Cuadros, cajones, armario, mesillas, bajo la cama. Sigue buscando sin éxito y sin éxito se quedará tras finalizar su búsqueda. No hay nada de valor en esta casa más que objetos algo antiguos que heredaron mis padres de mis abuelos, pero nada que vuelva a uno un hombre rico.

El sudor me encharca cuando escucho cómo entra a mi habitación. En ese momento sólo piensas en que vas a morir. Empiezan a caerte lágrimas, mocos, pero no sorbes ni te limpias, sabes que eso hace ruido y puede suponer tu fin. Mantienes tu silencio y tu quietud, como si no estuviese ahí realmente y piensas en otras cosas para no soltar el llanto delatador.

Bendita sea la infancia y la decoración de habitaciones para niños. No parece que rebusque mucho, sabe que algo de valor no lo dejarían al alcance de un niño. Levanta cuadros por si hubiese alguna caja fuerte oculta, pero nada más. Empiezo a calmarme, es posible que mi propia inocencia me haya salvado la vida. Sus pasos se dirigen hacia la puerta. Parece dispuesto a irse.

Suena el teléfono.