El Maestre y el Mercader [Concurso de relatos cortos de la GDLN]

Day 3,083, 08:12 Published in Spain Cuba by Billy S.

El joven Maestre recorría las calles de esta bella ciudad de Poniente seguido por tres chicos de poca edad. No tendrían más de cuatro o cinco años. Llamó a la puerta y pregunta si allí se encontraba un mercader llamado Harald. Al igual que las cinco anteriores puertas, le dijeron que tampoco estaba. Nadie lo ha visto o había oído su nombre. Al Maestre le extrañaba, pues Harald era una de los mercaderes más ricos de todo el sur, y casi, de todo Poniente. Siguió llamando puertas, pero no conseguía su objetivo, así pues, cuando vio que aquellos chicos le habían dejado de seguir, entró en una taberna a descansar y a coger fuerzas, pues tan solo era mediodía y quería aprovechar las horas que le quedaban para encontrar a Harald. Lo tenía que encontrar, si o si, pues Harald poseía una mercadería muy interesante para el Maestre. Sin ese producto, no podría hacer su gran poción, y sin su gran poción no podría viajar hasta Desembarco del Rey. Conocer la gran ciudad era uno de sus sueños. El otro lo había cumplido el día que viajó al norte, al Castillo Negro, dónde pasó unos días con su padre, el mejor maestre de todo el mundo conocido.


En la taberna el griterío era insoportable, estaba llena de viajeros con más hambre que ganas de comerciar, y por supuesto de guerreros errantes con ganas de buscar pelea en cualquier rincón del mundo. Había de todo, gente de Dorne, de Invernalia, del Nido e incluso de Meeren. El Maestre era capaz de adivinar el lugar de donde venían los viajeros con solo oírles hablar. Eso también lo usaba para intentar encontrar al mercader, ciudadano de Rocadragón.


Se levantó, pagó, y abandono la colapsada taberna. Dejando atrás los gritos se dirigió hacia el mercado. Allí hablo con varios comerciantes y le indicaron que Harald había llegado hacía dos lunas, incluso uno le acercó hasta su barco. Allí se encontró con dos personas, claramente dos esclavos, y otro que los vigilaba. Estaban descargando y cargando mercancía sin parar. El Maestre pregunto por Harald. El que estaba vigilando se le acercó, y midiendo casi dos metros, miró al joven Maestre de arriba abajo. – ¿Así que tu eres el Maestre eh? Harald te buscó, pero no apareciste el primer día, así que dejó de pensar en ti. – Con cara de sorpresa, el Maestre siguió con la conversación - ¿Dónde está ahora? – Ha ido a buscarte, estará en tu casa, o llegando – Contesto el vigilante. – Gracias – Dijo el Maestre con voz tímida.


Corriendo se dirigió hacia su casa, subió calle arriba, cruzando los canales de la ciudad por los puentes de madera. Llegó delante de la puerta y se dispuso a abrirla. – Hola Maestre- dijo una voz estraña. – Quizás me estés buscando, soy Harald – Sorprendido, el Maestre solo pudo decir un – Si, hola, entra, entra – Que raro, pensó, no habla como si fuera de Rocadragón, ni cómo si fuera de Antigua, ni de Desembarco, un tipo interesante.