Crónica sobre el Terror Amarillo y el Honor

Day 1,642, 07:08 Published in Spain Spain by Espaugyl





Últimamente duermo mal, debe ser el amor, aunque hay quien opina que estar hasta el amanecer con poca ropa viendo películas sobre gente con menos ropa aún puede que sea mi concepto de “insomnio por amor”, pero qué sabrán ellos. Lo cierto es que no me quito a Lantanique de la cabeza e incluso de mis pensamientos. La última vez que la vi tenía los ojos inyectados en sangre y casi me da con una botella vacía mientras me quedaba paralizado al ver como sus turgencias querían escapar de su ropa de geisha por la violencia de sus mortíferos movimientos… está coladita por mí, lo sé, pero si me quedo a comprobarlo me abre la cabeza (lean las Crónicas anteriores, es largo de explicar y la resaca me da un tiempo limitado para escribir sin buscar un rincón oscuro donde acurrucarme).



Sinceramente, esto era lo único que veía cuando Lantanique buscaba nuevos objetos para tirarme en su fase Haiku


Habiendo como hay guerra al por mayor, con tanta medalla patriótica, misiones y otras hierbas, decidí ponerme en marcha como Corresponsal de Guerra tras varios días de dilapidar ahorros, o más bien bebérmelos, y no tener muy claro los recuerdos de los pasados días, que viene a ser lo normal. Diligentemente decidí ir a El Bar a meterme entre pecho y espalda un buen desayuno reponedor, en el que el café lo iba a pedir en un cubo y el mollete calentito con aceite y jamón esperaba que fuese del tamaño y diámetro de una platillo volante de una civilización avanzada como poco.


Por el camino me crucé varias veces con el chino que regenta un bazar, un taller de ropa clandestino, un servicio de mensajería y un restaurante chino en el barrio, o por lo menos creo que es él y que anda por todas partes… aunque a veces me pongo reflexivo y me parece que no lo saludo muchas veces sino que ni sobrio distingo a un chino de otro.


-Buenos días Juan- saludé nada más salir de casa al chino de marras.

-Le lepito que mi nomble es Huang- me contestó el muy bromista aunque todos sabemos que en verdad se llama Juan por mucho que insista en decir lo contrario.

-Claro, claro- le seguí la broma- hasta luego Juan- me despedí oyendo un extraño refunfuñar a mis espaldas con algo referente a mi “padle” y a mi santa “madle”.


Antes de llegar a El Bar ya me había cruzado con Juan en cuarenta y tres ocasiones, y con su gran sentido del humor llegó a decirme una docena de veces que me confundía y que no era él… el inefable sentido del humor oriental.



Juan jugando con el Photoshop para intentarme demostrar que cuando creo saludarlo no siempre es él, que de hecho hay más de un chino en el barrio… hay que ver cómo se lo curra con sus bromas


Ya en El Bar, el paraíso de un profesional como yo, donde lo mismo puedes poner en estado comatoso a tu hígado como reponerte con desayunos, tapas y raciones propias de eDioses para poder escribir mis Crónicas, me senté felizmente ignorante de la actualidad porque bien poco me importaba todo cuando salivaba pensando en mi desayuno. A mi pesar, sin embargo, aquí y allá escuché fragmentos de noticias, aunque algo debía estar equivocado porque no paraban de hablar de eChina, el gigante come-países, pero en donde estábamos perdiendo territorios era con los toalleros. Igual es que tampoco sabemos distinguir a un eportugués de otro y sus pobladas cejas nos impiden ver si tienen los ojos como puñaladas en un tomate o no. Quien sabe, eChina quizás no sea tan grande como parece y se le salen los chinos por los lados y acaban en ePortugal.


Estando en tan profundas meditaciones oí como alguien se acercaba por mi espalda, por lo que me preparé sutilmente para echar a correr, hasta que oí las voces de Grassman y elMengu.


-¡Por fin te encontramos Espaugyl! ¿Cogiendo fuerzas para el duelo?- me soltó incongruentemente Grassman dejándome con la boca abierta y casi haciéndome tragar una inoportuna mosca, tipo verde-pescadería, que se me posó en los labios.

-¿Duelo? ¿en el sentido de un gran pesar por la muerte de alguien o en el de un lance por honor?- pregunté esperando fervorosamente que fuese lo primero y que le tuviese que dar mi más sentido pésame a la familia de algún amigo recién fallecido.

-¿No te acuerdas de nada? ¿no te acuerdas de cuando Avutardo nos acusó de ser pro-ferreteros? ¿no recuerdas lo que gritabas tras vomitar a los pies de una farola y embadurnar a un perro que quería hacer sus cosas en el mismo lugar? Dijiste algo así como: “…voto a brios que nadie se atreve a acusarme sin consecuencias de ser ferretero si eso significa haber cogido una herramienta o de haber trabajado en la vida… (interrupción para vómito)…reto a combate singular a quien ose manchar mi honor más incluso de como llevo la camisa… ¿Cuándo he comido yo eso?...”- me contó elMengu que había dicho estando él presente y con más testigos, con lo difícil que es negar algo cuando los hay.

-Pero…pero… ¿honor? ¿yo retando a Avutardo por honor? Tengo que dejar de beber- reflexioné sabiendo que son cosas que se dicen por decir en el punto álgido de una resaca.

-No hombre no, no te vas a batir en duelo con Avutardo- me tranquilizó Grassman- es con lordfox, que confirmaba lo de que eras pro-ferretero por influencia de Lantanique y sus favores. Pero no te preocupes, es tan sólo un sanguinario divisionario de media docena de medallas patrióticas y una veintena de las de supersoldado. Ahora tenemos que ir a verle, aún espera la visita de tus padrinos, que somos nosotros dos, para saber la hora del combate singular y si has elegido arma.



Si Avutardo no abusase de tantas sustancias y no hubiese arremetido contra los del Club Van Helsing, los de la cruz de arriba, salpicándome de paso no estaría yo metido en esto


El alma se me calló a los pies y estaba como para agacharme a recogerla. Yo en un duelo, y encima era yo quien había retado a lordfox, y para colmo de males no me acordaba de una mierda y me había dejado ver en vez de haber puesto tierra de por medio.


-elMengu, dile al individuo ese que mi honor está más activo por las tardes, que al amanecer suele estar acostándose- le expliqué a mi “padrino” comenzando a hacerme cargo de la situación.- Grassman ¿podrías buscarme un pasaje a Santiago de Chile? No es para mí, es para una prima que ha encontrado novio por internet- disimulé ante la cara de extrañeza de mi otro “padrino”.


-¿Y qué arma le digo que has escogido?- me interrogó elMengu con algo de sospecha, siempre metiendo el dedo en el ojo, dudando acertadamente de si yo iba a batirme con alguien.

-Eeeeeeeeh… veamos… a jamonazos- contesté inspirado tras recorrer con la vista El Bar y quedar como siempre hipnotizado con un jamón de pata negra de siete kilos que más de una vez he intentado llevarme a casa escondido en los pantalones con escaso éxito.- Pero eso no es todo- añadí- primero hay que comerse el jamón en finas lonchas y después lucharemos con los huesos. El primero en acabar comienza la lucha aunque el otro no haya acabado- improvisé.



Los duelos a jamonazos, o con sus huesos, suelen ser cruentos y salvajes… no seré yo quien participe en uno, que me considero la mar de civilizado y le tengo mucha estima a mi cuerpo anatómicamente perfecto, creo


-Mejor se lo decimos a Alvazna6991- que estaba en la otra punta de la barra atribulado con miles de spams aún sin mandar, sudando mientras buscaba nuevos referer y agua para seguir pegando sellos con una lengua más parecida a la suela de un zapato que otra cosa- está acostumbrado a llevar mensajes de un lado a otro, es como el Correo del Zar pero en ibérico, así te hago compañía hasta la tarde- me contestó el muy cabrito.


No sabiendo aún cómo escapar de todo aquello esperé a que Grasman volviese con el pasaje para Santiago de Chile de “mi prima” y con la escusa de ir a por un jamón para el duelo entré en la cocina de El Bar, donde por una promesa de amor eterno y varios achuchones, he intercambiado ropas con la hija del Barman (sí, la hirsuta fémina del bigote de hace varias Crónicas, qué le vamos a hacer), y conseguí salir por delante de elMengu y Grassman sin ser reconocido.


Desde el puerto de Cádiz, disfrazado de mujer peluda a punto de embarcar hacia las costas de Chile, se despide este Corresponsal de Guerra angustiado por no haberme dado tiempo a narcotizar y llevarme a Lantanique conmigo en mi huída.


Espaugyl