Crónica Pseudoecológica: Flora y Fauna de eEspaña

Day 1,780, 08:35 Published in Spain Spain by Espaugyl





Los horarios de un Corresponsal de Guerra no son normales, el sacrificio es nuestra norma y si la noticia hay que perseguirla de bar en bar en el frente de batalla no hay que cejar hasta atraparla al fondo de la botella que sea. Es por esto que no siempre me entero de lo mundano, de lo socialmente conocido o de los entresijos de la política, que suelen ocurrir en horarios diurnos… salvo en lo concerniente a la política, que es más propia de los hábitos de Nosferatur. Pero últimamente guerra, lo que se dice guerra, pues como que no hay, así que por eso estoy tontamente atisbando un poco de la flora y fauna de este eMundo desde las alturas ahora que se ha tranquilizado mi compañero de farola… ya sé que es extraño, pero todo tiene su explicación.


Sin guerras ni sobresaltos he madrugado tal como viene siendo mi costumbre a eso de las 13:30 horas, con el sol ya un poco alto, tal como a mí me gusta. Por supuesto no hay mejor sitio donde acallar el concierto de jugos gástricos que había oficiado de despertador que El Bar, la oficina donde musas, jamón, cervezas y bebidas bárbaras están tan ligadas a mi forma de trabajo como el respirar a la evida.



No hay nada como un desayuno ibérico con denominación de origen… el jamón ya me lo he comido y las cervezas y las musas vienen después, casi antes de que llegue el café al estómago


Inocentemente me dispuse a bajar a la calle, con mis calzoncillos debidamente aireados y puestos tras darles la vuelta, mi pantalón menos agujereado (no, nada de balas, a veces la graduación de algunas bebidas disuelven el vidrio y casi no tengo tiempo para apartarme), mi mejor y menos manchada camisa y mi pelo debidamente domado con un poco de traslúcidas secreciones de mis axilas… todo un caballero rebosante de "sexapil", de hecho tuve que comprobar que la cremallera de mis pantalones no hubiese estallado de tanto "sexapil" como sabía que contenía.

Pues de semejante guisa pisé la calle, una calle la mayoría de las veces tranquila, salvo cuando estamos invadidos y las aceras se pavimentan de cadáveres, pero en esos momentos no suelo estar a menos de 20 kilómetros del peligro, por lo que hablo de oídas. Sin embargo hoy la calle estaba alborotada sin invasión alguna porque miles de novatos imberbes con estrellitas rojas en sus ridículos gorros hacían cola y, claro, soy español y ante la posibilidad de que regalasen algo me incorporé tras el último, pero no antes de autoinfligirme un par de puñetazos en la nariz para provocarme una pequeña hemorragia que aproveché para tintar un generoso moco que me extraje y que, haciendo gala de mi destreza manual, convertí en una estrella roja que me pegué a la frente a falta de gorro. Pacientemente, y a pesar de que le subía cuatro cuartas al más alto de aquellos novatos, intenté pasar desapercibido mientras avanzaba la cola. Lo malo fue cuando levanté la vista y vi hacia donde me dirigía, un lugar donde no suelo ser bien recibido y donde las herramientas se usan, menos para trabajar, para cualquier cosa con los disidentes.



La sede de la URFF (Unión de Representantes de Ferreterías y Ferralla), la franquicia de ferreterías a la que peor caigo en este y otros mundos


-Pero ¿esta cola para qué coño es?- pregunté educadamente a varios novatillos ferreteros con apenas unos días de evida.

-Para ser ePresidente, camarada- oí mientras me giraba y miraba en todas direcciones, porque cada vez que me llaman así creo que le hablan a alguien a mis espaldas. Los ferreteros son las personas con menos retentiva para los nombres que he conocido, llaman a todo el mundo igual para no equivocarse.

-¿ePresidente? Pero… si sois recién nacidos y no tenéis ni idea de casi nada. Por cierto, soy el recaudador del impuesto sobre respiración y veo que no estáis al día. Un gold por cabeza y estamos en paz- intenté aprovechar la candidez de aquellos jóvenes ferreteros.

-Desconocíamos ese impuesto, ahora en la sede lo comentaremos para que le paguen- dijo enfriándome las ganas de llegar al término de la cola- y respondiendo a su pregunta, pues es lo normal entre nosotros los ferreteros. Los más novatos son siempre elegidos como candidatos a ePresidente de eEspaña, lo pone en nuestros eEstatutos, después nos dan una medalla y competimos a correr por la estepa hasta que no se nos ve el pelo. Es muy divertido.

-Los cojones- sentencié mientras me arrancaba el sanguinolento moco de la frente, lo devoraba para entretener el estómago, y abandonaba la cola para seguir hasta El Bar.



Miles de alevines de ferretero haciendo cola para saber quien es el más novato para ser nombrado candidato a las elecciones presidenciales en eEspaña


Ya en El Bar, pudiéndome sentar en mi taburete habitual, que por fin estaba libre del extraño ser de días pasados (hay debida cuenta de él en mi Crónica anterior), una nueva sorpresa me llevé. Era protagonista en la prensa y no sabía si para bien o para mal. Boquiabierto, mientras buena parte del aceite del mollete con jamón que devoraba se esparcía por mi camisa dibujando caprichosamente dos galaxias oleicas en expansión, leí que una de mis alumnas del curso de periodismo, Ithilwen para más señas, me llamaba en un artículo ”chongo de Lantanique”… y, no sabiendo qué parte de la anatomía de Lantanique podía ser esa, me quedé consternado, tanto que las galaxias oleicas se encontraron y comenzaron a trasparentar la camisa… con el peligro que eso supone si hay féminas y/o alumnas cerca, ya que entonces mi sexapil las atrae sin control.

Pero no tuve mucho tiempo para reflexionar sobre ello, porque las elecciones a ePresidente atacaron mis tímpanos cual cobrador aporreando infructuosamente mi puerta. Varios seguidores de otros tantos candidatos invadieron la tranquilidad de mi sacrosanta “oficina” con sus gritos de ¡Vota a mi candidato que es más viejuno! ¡Miente, el mío es más viejuno aún! ¡Pa viejuno el mío!, gritaban todos, a excepción de los ferreteros, obviamente. La gota que colmó el vaso fue que casi me caigo del taburete por culpa de un extraño gato con una tostada en la espalda que maullaba en polaco y llevaba una corona… un día de estos tengo que desintoxicarme.

Aquello era insoportable, así que cogí mi cerveza pos-desayunal y me fui a la terraza de El Bar, desde donde contemplaba la cola de novatos ferreteros que parecía no acabar nunca. Quedé ensimismado en como la cola serpenteaba cual curvas de Lantanique, por lo que habiendo poca sangre en esos momentos en mi cerebro, el susto que me llevé a continuación hizo que, por primera vez en mi evida, derramase la cerveza antes de salir corriendo y subirme a la farola más cercana, donde resultaba que no era el único… era de esperar.



A este individuo me encontré en la farola con su instrumento de alta tecnología para güifis… y decía ser ePresidente


-Me suda la polla- me saludó de forma desconcertante el mentalmente equilibrado Moreno1994.

-Me alegro de volver a verle, caballero… y permítame aconsejarle que no difunda tan alegremente noticias sobre sus exudaciones pudendas. Yo mismo he comprobado que las féminas no siempre captan el mensaje romántico del hecho y que los hombres, instintivamente, no desean saberlo, y yo lo soy, y mucho- le aconsejé.


Pero no mucho más hablé con el individuo, porque lo que me hizo subir a la farola daba vueltas por la calle, dando zarpazos y devorando ferreteros. Los partidarios de los diferentes candidatos se encontraban la mayoría escondidos tras la barra y en el silencio que se hizo sonreí. Por fin alguien sensato que imponía tranquilidad para mis reflexiones lantánicas. La flora y fauna del eMundo sigue siendo sorprendente.



Un tigre blanco en este eMundo quizás sea lo más normal para poner un poco de orden, pero yo, antes de mis quince cervezas matinales, no suelo destacar por ser muy analítico


Bajándose de la farola mientras Moreno1994 intenta explicarle al tigre que no coge la güifi y que nunca se ha ido, que siempre ha estado allí y que le suda no se qué, se despide este Corresponsal de Guerra esperando que Lantanique no sea expulsada de la eBoda a la que va antes del sí quiero, frase que nunca ha saliendo de sus carnosos labios cuando le hago alguna proposición con los pantalones por los tobillos.


Espaugyl