Crónica Etílica de Imprevistos Efectos Secundarios

Day 1,866, 09:06 Published in Spain Spain by Espaugyl



Estas no son fechas para ejercer como eDios manda el sano y etílico oficio del Corresponsal de Guerra. El hígado aguanta, que es algo que siempre agradeceré tener encallecido y no estar a estas alturas filtrando mi organismo con un colador y un calcetín sucio (y probablemente bebiéndome el resultado, que siempre he sido un adalid del reciclaje), pero lo que no termina de aguantar es mi tercer órgano más preciado tras mi sexapil y mi querido hígado: la masa gris espongiforme que comienza a ser mi cerebro.

Digo todo esto porque tras la celebración del nacimiento del hijo protestón del ebanista hebreo (que no era ni suyo y le dio más disgustos que alegrías con los amigotes con los que iba de aquí para allá haciendo milagros sin licencia), me levanté algo más que mal, y no me refiero a resacoso, a tener la cabeza como una bonita y moderna lavadora en plena centrifugación, estado en el que me encuentro como pez en el agua por habitual, sino que me refiero a efectos secundarios imprevistos y que no recomiendo a nadie, perdón, a casi nadie, que hijos de madres de oficio antiguo y de servicio público hay que se lo merecen y más.

Mi descanso nocturno no había sido tal, había sido más bien un estado comatoso en el que se sucedían pesadillas con carreras en pos de la protección de mi heterosexualidad, como tierno infante, perseguido por un pederasta de rojo, barbas blancas y aliento alcohólico que había llegado hasta mi casa en trineo maltratando a latigazos a unos pobres renos que le pedían en secreto a los Reyes Magos la libertad en sus cartas.



Columnas de renos huyendo hacia Andalucía para pedir asilo político a Sus Majestades los Reyes Magos (sí, Andalucía es la tierra de los Reyes Magos, preguntad a Su Santidad), que ni los maltratarán a latigazos ni los meterán en su cama como hace el barbudo de rojo


Tras tanta pesadilla no me fue extraño que avanzase por la calle, camino de El Bar, con pequeñas carreras para poder ir poniendo mi parte vulnerable trasera contra la pared a cada poco, que no soy de correr riesgos y los supositorios los engullo con pan. En una de estas paradas oí un tintineo al dar mi abrigo contra la pared, sin duda aún llevaba en sus amplios bolsillos los despojos de mi intoxicación alcohólica nocturna. Saqué hasta seis botellas vacías de los recovecos de la prenda, que son más de los que vienen de fábrica ya que suelo hacer uso de mis dotes autodidactas como sastre (tijeras y grapadoras son mis herramientas) para aumentar la capacidad de transporte oculto de botellas y otros recipientes etílicos que libero de estanterías de abusivos barmans y sus precios. Reconocí de inmediato la etiqueta, pues es rara la que no haya lamido y visto, ya sea con visión normal, doble o triple durante mis labores informativas por medio eMundo. Se trataba de un excelente brandy mexicano, con base en el brandy de mi tierra, y que me hizo estremecer por el nombre sin saber aún que dicho nombre iba asociado a terribles efectos secundarios en este eMundo.



Un excelente brandy del otro lado del charco elaborado con lo que se hace en mi tierra, pero el nombre era un mal presagio


Chupé lo que quedaba en las botellas, que ya he dicho que a reciclaje no me gana nadie, y entré en El Bar. Sólo pude dar unos pasos, me quedé petrificado, paralizado por unas terribles náuseas y pensamientos que se colaron en mi cabeza como cuando ejerzo de mí mismo y entro en un despiste en recepciones de embajadas de abundantes canapés e interminables copas al libre albedrío.

Mi nublada vista se posó en el origen de aquellas sensaciones tan desagradables y pude ver, apoyado en la barra, rodeado de varias docenas de cargos ministeriales (todos necesarios para salir elegido) al grajo presidencial. Lo curioso es que lo oía hablar, o eso creía, sin que moviese el pico. Creí oír como pensaba en lo que responder a uno sin contradecir al otro ni enemistarse con el tercero teniendo como tenía una opinión diferente que no era ni parecida a la de ninguno de sus interlocutores y despreciando a todos por igual. Al mismo tiempo sentí asqueado como entre sus plumas se acentuaba una anatomía muy mamífera al pasar una inocente eCiudadana, que podría ser su hija o incluso su nieta con precocidad, y al mismo tiempo se relamía pensando en la siguiente medalla como miembro de la resistencia, que se autoconcedería por ser él el que mejor sabía cuándo y dónde comenzaría (algo que como eCongresista ya había llevado a cabo con todo éxito).

Entonces me di cuenta de todo. Por un extraño efecto secundario el Brandy Presidente había soldado buena parte de mis cables sueltos, había unido neuronas que no se sabía ni que estaban y había regado mis neurotransmisores con su esencia, consiguiendo una red telepática unidireccional que me hacía captar los pensamientos de tan desagradable mente presidencial. Y pensé: Tengo que dejar este eMundo, estoy cada vez peor.



El Grajo Presidencial en su imagen externa encantadora… por desgracia yo estaba sintonizado con el interior


-Yo no miento nunca- oí al fin su voz y no sus retorcidos pensamientos

-Entonces ¿es todo una estrategia eso de avisar a los eChinos cuando aún estábamos en eColombia y ahora retirarnos de la frontera filipino-china porque quieren atacarnos ahora que saben que vamos a por ellos?

-Por supuesto- dijo por su pico mientras interiormente se acordaba del padre de su interlocutor por plantear una pregunta que lo dejaba con el culo al aire como estratega- se trata de una gran estrategia imposible de preveer, es la afamada EGI o Estrategia de Gorra Inversa- prosiguió para mi sorpresa al ponerse muy en su estilo una medalla impropia, ya que recuerdo mis primeros tiempos de periodismo y esa estrategia en un boletín de un partido en el que era el negro.

-¡Ilumínanos!- imploraron a coro una docena de individuos mezcla de secuaces, inocentes estafados y pelotas.

-Es sencillo- dijo pero simultaneando sus pensamientos con cómo retrasar con alguna excusa los dineros de las FFAA para sus oscuros propósitos, tan oscuros que no los pude captar a tiempo porque se me cruzó otro libidinoso pensamiento cuando pasó un eciudadano de prietas nalgas, teniendo que desconectar para evitar la arcada.- La EGI o Estrategia de Gorra Inversa consiste en ordenar que todas las tropas al mismo tiempo se pongan la gorra con la visera hacia atrás, creando tal grado de confusión en el enemigo, que no sabe si vamos o venimos, que aprovechamos para hacer una avance hacia atrás.

-¿Una retirada?- se atrevió a preguntar un acólito que pensaba más que la media.

-Mi querido amigo- replicó el grajo pensando en cómo hacerlo desaparecer y que pareciese un accidente, o al menos cómo conseguir que pareciese que tuviera la culpa de todo lo que pasase de ahora en adelante- Parece lo tuyo un ataque personal, yo no he dicho eso, de hecho creo que eres un enemigo de este eGobierno y lo que yo digo es palabra de ePresidente, nunca miento ¿conoces a Espaugyl quizás?- preguntó como si de repente la unidireccionalidad telepática fuese peligrosamente a más en ambos sentidos.


Fue en ese momento cuando me di cuenta que tenía que acabar con esa conexión malsana en la que únicamente veía el oscuro interior de alguien que pensaba una cosa, hacía otra y convencía a los demás, a cada vez menos, de que ni lo había pensado, ni hecho, ni era culpable de nada. Si a eso le sumamos las delirantes imágenes de cohabitación córvida interespecies ya no sabía si cortarme la cabeza para acabar con el sufrimiento o hacer un plan de choque en el otro extremo de la barra.


Desde El Bar, donde estoy procediendo a un lavado de cerebro con vino oloroso, cerveza, bebidas bárbaras, alcohol del botiquín y diversas escurriduras de vasos abandonados aquí y allá y aún no fregados, se despide este Corresponsal de Guerra en proceso de desconexión.


Espaugyl