Crónica Circense Autocomplaciente y Admins Preocupados por el Paro

Day 1,850, 09:49 Published in Spain Spain by Espaugyl



Ante todo que nadie dude de mi férrea subjetividad, que soy un periodista de raza curtido en mil batallas para no pagar mis deudas etílicas, que nadie dude de que mi opinión estará por encima de la noticia, que nadie crea que mi integridad existe o que no la vendería por un día de tapas y alcohol con alumnas de buen ver… mi honor está en juego, como tantas veces que lo perdí en apuestas sin sentido, y por eso quiero dejar clara mi postura ante lo que paso a describir y de lo que fui testigo involuntario, que está visto que aunque no quiera tengo que querer informar al final.

Ni que decir tiene que hemos tenido elecciones hace poco, unas elecciones que yo pasé enfermo sin poder escribir, porque no soy persona de mirar fechas de caducidad o zarandajas parecidas y al parecer debí beberme varias botellas de whisky pasados de fecha, o el hielo de los cubitos tenía algo, o la cerveza estaba sin gas… no sé, lo cierto es que el día de las elecciones no estaba yo para mucho más que beber agua abundante, evitar la perniciosa luz del sol y acallar con la almohada el insoportable ruido, amplificado por mi dolor de cabeza, de las moscas que acudían a la ropa interior de este verano, que aún se encontraba en proceso de autolimpieza por fermentación en un rincón. Estando así poco me importó que un astuto grajo se creyese capacitado para ser ePresidente, que ya advertí que estas aves van con engañifas por la eVida, pero visto está que hasta que no te meten una pluma negra en el ojo directamente no se ven las cosas como son.

Cuando por fin fui persona, no habiendo ni guerras ni batallas peligrosas, me sentí bien pero, por otra parte, de algo hay que vivir y, aunque no me suelen pagar mi verborrea escrita, sí soy de cubrir guerras en las que el campo de batalla queda a mi disposición tras la contienda y encuentro el maná del Pueblo Prometido, ya que es increíble como florecen carteras, relojes y dientes de oro por doquier entre los valientes caídos. Mi suerte fue que al poco de mi indisposición surgió una revuelta en Guayana, a donde me dirigí sabiendo de cómo son estas rebeliones en eVenezuela, en las que hay más ron que balas y en donde es curioso que españoles y venezolanos solamos luchar codo con codo en las mismas trincheras y compartiendo cantina… estas guerras son las que me gustan, para qué negarlo.



Truculenta y atroz batalla en Guayana… no puedo mirar la foto sin estremecerme


Con algo más de oro dental en mis bolsillos, un hígado encallecido y buenos recuerdos de batallas tan poco cruentas, volví a eEspaña para llevarme una de tantas sorpresas que me da esta eVida. Fue poner un pie en los muelles, al desembarcar de un buque de transporte de tropas, y por poco me doy la vuelta e ignoro mi falta de flotabilidad y emulo a cierto judío hippie de padre carpintero que era capaz de andar sobre las aguas, pero en mi propia versión de correr, probablemente hasta eVenezuela o más lejos. Pero al grano, lo que me hizo reaccionar así fue algo que me suele dar pavor: una multitud vociferante o vitoreante, que suelen cambiar de opinión con la misma facilidad que yo de copa tras vaciarla. Pero me quedé quieto porque era una multitud a la que no recordaba deber nada, al menos no a todos, y que para mi tranquilidad parecía no estar allí por mí ni por mi teoría económica sobre la balanza de pagos en hostelería, por lo visto venían a recibir a los victoriosos soldados, aquellos que habían combatido en la mayor batalla de todos los tiempos, en la madre de todas ellas, en la prima segunda de todas las guerras y en la cuñada de todas las revueltas… sí, en Guayana, vaya cosa.



Recibimiento al volver de Guayana… para mí que el confeti desprendía algún tipo de alucinógeno, en caso contrario ni idea de tanta felicidad por una revueltilla de las cotidianas


Observé como en un lugar destacado el nuevo ePresidente, trasfigurado para la ocasión, daba las gracias a los españoles, a los soldados, a las balas, a los panes, a los perritos que pasaban por allí, a las nubes, a los enemigos y a la hierba que crece verde y bonita (y de la que debe fumar mucha) por la épica batalla ganada, sin olvidarse de agradecerse a sí mismo lo bien que él lo había hecho también, que la modestia siempre le ha caracterizado.



ePresidente en pleno discurso de agradecimiento a todo quisqui y de autoalabanza. Obsérvese las galas para la ocasión de endulzamiento lisonjero


-No se deje engañarr por ese encantadorr de serrpientes, Herr Espaugyl- oí a mis espaldas una desagradable voz teutónica, demasiado conocida para mi gusto, al tiempo que notaba en mi baja espalda lo que rezaba para que fuese el cañón de un arma Q1.

-No conozco a ningún Espaugyl, caballero, se confunde usted. Mi nombre es eBelinda, eVisepresidente de pelo en pecho de este eGobierno y tengo cosas que hacer, por lo que le agradecería que dejase de apuntarme y me permitiese seguir con mis labores de eGobierno y alabanza a oscuras aves- intenté confundir con mi astucia al singular e invertido Agente Herr Hans de la GestapoeRepublik.

-Herr Espau-Gyl, déjese de juegos y acompáñame, nos interresa a ambos, esto se le ha ido de las manos al AdminFuhrer Halesius, todos estamos en peligrro- me dijo enigmáticamente apartándome de la multitud mientras presionaba más aún con su dura Q1, que quise creer que en verdad lo era.


Temiéndome lo peor para mi heterosexualidad fui conducido hasta un oscuro callejón. Aún encañonado fui registrado y cacheado con demasiado primor y a conciencia, incluso en lugares donde un arma es imposible de meter como no sea a martillazos, al menos en mi muy masculino caso, pero lo soporté todo apretando los dientes estoicamente esperándome lo peor… que no llegó, afortunadamente.

-Perrdone mi exceso de prrecaución Herr Espau-Gyl- se justificó falsamente con el aliento entrecortado y una pérfida excitación en sus frío ojos nórdicos- erra necesarrio, es usted más peligrroso cuando parrece indefenso con una piedrra bien escondida que con un arrma de fuego a la vista, perro ahorra podrremos hablarr con trranquilidad.

-No se preocupe, le comprendo- mentí- pero este no es lugar ni momento ¿qué le parece que quedemos dentro de unos días en una céntrica cafetería con testigos?- intenté engañarlo mientras recordaba a cuanto estaba el billete de avión a Taiwan.

-Déjese de tonterrías, lea esto y luego acompáñeme- ignoró mi sugerencia al tiempo que me tendía un extraño cartel que me pareció de circo y en el que se podía leer lo siguiente:

El Grajo Circus invita a toda la eciudadanía a una nueva actuación de su rutilante estrella. El sin par protagonista de “Dimití de Ministro porque me hacían mentir y yo no miento nunca”, el principal precursor de proyectos periodísticos que nunca acaba, el ePresidente de los mil partidos de apoyo y los mil cargos para contentar, el ePresidente del equipo de eGobierno más grande del eMundo, el que te puede dar mil opiniones todas diferentes sobre un mismo tema según con quien hable, se enorgullece en presentar una nueva actuación, una nueva demostración de su eterna capacidad cambiante. Pasen y vean.

Con la boca aún abierta, sin comprender, mientras leía aquello, Herr Hans me llevó a trompicones hasta una inmensa carpa de circo donde se podía leer en grandes letras doradas y luminosas: eGobierno .

Un extraño enano de dos metros veinte, porque al parecer a ese circo le crecen los enanos por día, nos abrió camino hasta nuestros asientos en la grada, desde donde podíamos contemplar tres grandes pistas y al equipo de gobierno y sus asesores llegando, todos con sus mejores galas, haciendo malabares y con gran cuidado de no clavarse los cuchillos, quemarse con los aros de fuego o de achucharse los leones que cada uno llevaba como parte de su espectáculo, que siendo cada uno de un partido y de su padre y de su madre aquello podía acabar en accidente en cualquier momento.



Equipo de eGobierno y asesores entrando en las pistas del Grajo Circus, entorno a dos mil o tres mil personas, porque para aunar apoyos hay que dar cargos e inventar hasta el de Gran Jefe de los Porteros Nocturnos Ministeriales


Para mi asombro, en cuanto pararon los aplausos de cientos de personas, que al parecer les molestaba la luz de los focos e iban con vendas, aparecieron no uno sino tres ePresidentes, y cada uno fue a una pista y comenzó un discurso sobre un tratado con ePortugal o algo así. Por insistencia de Herr Hans me centré en cada uno de los ePresidentes y vi que en la pista nº 1 estaba la tierna ave oscura de los muelles, la del gran recibimiento, hablando sobre la conveniencia de dejar guerras eternas, de dar besitos a los toalleros hasta que se les cayera el bigote a sus mujeres y de devolverles regiones, alquilarles otras y preguntarles y pedirles permiso hasta para ir a miccionar, que era propio de la buena vecindad y que sería beneficioso para la nación y para él, al que se le debería hacer un monumento a la mejor forma de negociar conocida por la eHumanidad. En la pista nº2 había un grajo diferente, de plumaje blanco níveo que hablaba de poner el tratado a votación de la ciudadanía con la intención de que se rechazase porque era una forma de presionar a ePortugal, pero que era vinculante y que si se aprobaba no sería por su culpa, que de hecho lo llevaría al eCongreso para que se discutiese y que acataría el resultado o no, y que podía ser todo lo contrario o incluso lo opuesto a lo contrario de lo que pudiese decirse… o no. Y para rematar mi dolor de cabeza, en la pista nº3, había un ePresidente tal cual que dejaba bien claro que todo era culpa de los demás, que su labor era la mejor habida y por haber, que como él nadie, que quien osase opinar diferente sería perseguido como a un perro rabioso y si tenía radio se la cerraría con sus secuaces, que si alguien pretendía decir una cosa que no fuese lo que él pensaba se le consideraría un ataque personal y que por supuesto su eGobierno era de UDE, para UDE y de UDE pero que era de todos los españoles y que UDE no tenía nada que ver. Para finalizar, los tres ePresidentes dijeron al unísono que su próximo proyecto presidencial era ingresar en quirófano para que le quitaran al menos dos costillas y así la autocomplacencia pudiese ser más efectiva.


-¿Lo comprrende ahorra?- me sacó de mi estupefacción Herr Hans- una cosa es conseguirr que alguien así llegue al poderr, conseguirr que eEspaña se hunda, que es la laborr de la GestapoeRepublik, perro otrra cosa es que deje de existirr… me irría al parro, a mendigarr por las calles de otrros países que no son odiados por el AdminFhurer Halesius… no podrría chocopuntearr, no podrría ejerrcerr mi vocación… si me ayuda le ayudarré.



ePresidente de la pista nº1, nº2 y nº3 respectivamente… no sé cuál me dio más escalofríos al escucharlo


Aprovechando que los enrojecidos ojos de Herr Hans estaban inundados de lágrimas y que se sonaba abundantemente con lo que parecía unos calzoncillos inmaculados con un gran chocopunto en su zona trasera, recuerdo de algún eciudadano que le dejó huella, me escabullí cual reptil bajo las gradas y conseguí huir de tan desquiciante lugar hasta El Bar, donde escribo esta Crónica aún sin saber si es todo por un exceso de ron en la Guayana o en verdad me ha ocurrido.



Desde El Bar, lugar tangible donde los haya, refugiado de la locura colectiva exterior, implorando a Lantanique y a mis alumnas que vengan y me den una dosis horizontal de realidad que me haga despertar de esta pesadilla, se despide este Corresponsal de Guerra.


Espaugyl