Crónica Astronómica de Mal Agüero con Invasión y Todo

Day 1,794, 12:41 Published in Spain Spain by Espaugyl





Una semana llevo descubriendo astronomía aplicada y que el saber popular y la superstición son ramas de la sabiduría a tener en cuenta. Ya sé, no parece haber mucha coherencia en lo que digo y mi aliento huele a una mezcla entre cañería atascada y decapante de pinturas, pero todo tiene su explicación y estoy dispuesto a daros cumplida cuenta.

Una semana llevo desmintiendo las más arraigadas creencias que tenía sobre el funcionamiento del eMundo. Una semana llevo con una ventana rota por un descerebrado que decía ser un troll (ver Crónica anterior) y que me ha hecho comprender cuan equivocado estaba en astronomía. Desde que la ventana quedó como quedó descubrí que los ciclos de luz y oscuridad del día no son como imaginaba y que el amanecer es antes de que las personas decentes puedan coger el sueño o incluso llegar a la cama tras investigar la actualidad y la guerra de bar en bar. Una semana llevo despertando con un aborrecible haz de luz impactando en mis recién cerrados ojos y haciéndome maldecir mi falta de recursos para hacer arreglar la ventana o incluso para dejarla a deber, ya que el cristalero siempre me descubre cuando encargo el arreglo aunque vaya disfrazado de imaginativo caballo de dos patas, de caja de cartón o incluso de extraña bicicleta orgánica, pero no sé cómo pero siempre termina averiguando que se trata de alguien que pretende ocultarle su auténtica identidad con fines de impago.



Mi propio mirador astronómico solar… el sol sale demasiado temprano y entra por ahí… debería estar prohibido antes del mediodía


Viendo que la única solución para conseguir clausurar esa fuente de luz y dolor mañanero en mis ojos era conseguir dinero para el cristalero, hice de tripas corazón, y me fui al frente a cubrir la guerra desde algún bar para ver si podría después encontrar a algún incauto que comprase mi Crónica.

Mis peripecias para llegar gratis a eVenezuela son para otra Crónica, porque llegar disfrazado de cosaco ucraniano a lomos de mi medio disfraz de caballo y que te rindan honores militares en Caracas tiene su mérito, pero luego me dicen que me alargo en demasía. Lo cierto es que la guerra de los pasados días contra eVenzuela me resultó algo más que extraña, ya que por primera vez me encontré con que podía ser más peligroso caerme por intoxicación etílica del taburete de un bar haciendo la Crónica que de un disparo si me iba a dormir la siesta en tierra de nadie entre las trincheras españolas y venezolanas. De hecho cada batalla acababa con intercambio de camisetas, apretón de manos y algunas copas en el antro más cercano. La guerra ya no es lo que era, de hecho la sangre la traían de casa para esparcirla aquí y allá.

Cuando ya me iba desencantado para eEspaña, aunque agradecido de haber descubierto el ron en mi inagotable recopilación de información científica sobre el alcohol alrededor del eMundo, me enteré de que el siguiente objetivo era eColombia… y me preocupó, no es bueno invadir un país que produce tanto café.


Botín obtenido en la guerra contra eColombia… no puede ser bueno traerse tanto café para eEspaña


Durante mi periplo en ultramar algo me estuvo preocupando todo el tiempo, algo que la superstición y la sabiduría popular suelen decir sobre desgracias futuras. Durante mis rondas nocturnas por pseudo oficinas para hacer mis Crónicas, para hacer que las musas escribiesen por mí mientras yo dormía con la cara en un cenicero de la barra, durante mis arriesgadas visitas al frente, algunas veces incluso viéndolo en la lejanía, y durante todos mis desplazamientos en dirección contraria al peligro, observé la torva mirada de un ave de mal agüero omnipresente. Era un ser oscuro que lo mismo susurraba en el hombro de generales que de ministros para pactos de perdedores cuando somos ganadores, que traducía y ponía la moda BOE en marcha, que lo mismo orientaba sobre Unidades Militares que sobrevolaba el frente, o simplemente intentaba estropearme el día con sus deposiciones desde el aire… nada bueno podía traer aquello.



Pájaro de mal agüero que sobrevuela los destinos de eEspaña


Creyendo que con el material recopilado, descontando lo que había ingerido y sumando las propinas que suelo “recaudar” de las mesas de las terrazas antes de que lleguen esos ambiciosos camareros que creen merecerlas, creyendo que podía alcanzar para arreglar al fin mi malograda ventana y dormir como una persona decente hasta que el sol me ignorase, volví a eEspaña disfrazado de saco de café entre el botín que continuamente iba a puertos españoles.

Nada más llegar el horror me invadió, por las calles cercanas a El Bar una siniestra invasión de seres no-humanos de otro eMundo vagaba de aquí para allá arrinconando a sus víctimas con terribles abrazos. Todo lo vi valientemente camuflado con diversos restos orgánicos en mi pelo y orejas desde un contenedor de basura de olor similar a un buen eructo de una camionera de gustos similares a los míos, pero el peligro era mucho y mis papilas olfativas hace tiempo que las perdí al tomar un mejunje de más de 80º en algún bar del que no quiero acordarme… del que no puedo acordarme.



Terrible invasión no-humana, el peligro era evidente y buscaban acabar con la gente a abrazos mortales… creo


Con mi gran ojo clínico heterosexual localicé al que me pareció más peligroso de todos, el que por sus accesorios podía ser un Herr Hans interplanetario, el que probablemente interrogaba a sus prisioneros posteriormente y con la percha de la cabeza transmitía los datos a su nave nodriza. Sin pensarlo, agarré lo más mortífero que encontré en el contenedor, una pata pelada de jamón, y con tan ibérico artefacto mortal arremetí contra el afelpado peligro hasta conseguir que pidiese clemencia, aunque seguía pidiendo abrazos el muy invertido.



El cabecilla, el más peligroso de los extraterrestres que iban por ahí con malsanas intensiones, y del bolso ni hablamos


Envalentonado me dirigí al siguiente, de color amarillo y que daba más abrazos que la media aunque lo decía según la moda BOE en una extraña jerigonza, algo así como ¡Una abraçada! que me sonaba a como acaban las suelas de mis zapatos por la fricción cuando el peligro me reta y pretende ingenuamente alcanzarme. Pues apunto de reventarle ese balón de playa que tenía por cabeza con mi mortal pata de jamón me paré en el último momento.

-¡Espaugyl, que soy yo!- oí una cavernosa al tiempo que melodiosa y conocida voz desde el interior de aquel organismo afelpado.

Sentí entonces una extraña multitud de sensaciones dormidas. Un no se qué zoofílico hacia aquel ser que no recordaba haber sentido desde que aquella prima de pelo en pecho y bigote digno de un Groucho Marx me hiciese suyo contra mi voluntad. Mi testosterona comenzó a bullir taponándome los oídos y mi sexapil comenzó a tener abultada vida propia.

-¡Que soy yo Espaugyl!- me gritó por segunda vez al tiempo que vi con horror como se arrancaba a sí mismo la cabeza para descubrirse como la sin par Lantanique.

-Pues ya he eliminado a un invasor y por poco te elimino a ti también, no te hace justicia el amarillo- añadí a modo de disculpa.- ¿y a qué juegas yendo así por el eMundo?

-La bici no era suficiente para atropellar a esas jaurías, es otra táctica, confía en mí- me contestó poniendo su mano sobre la mía quizás temiendo que se me disparase la pata de jamón y no dándose cuenta de como se me erizaban los bellos de la espalda y de otros sitios.

-Debe hacer calor ahí dentro, vente a mi casa, no está lejos y allí podrás ponerte más cómoda, creo que tengo unos calzoncillos bajo la cama que apenas llevé puestos un mes. Por la parte de arriba no te preocupes, no miraré- dije en uno de mis más hábiles intentos de llevar a mi cubil a la beldad felina de rizado pelo.

Lantanique me miró como siempre, con ese contenido deseo hacia mí camuflado en esa característica mirada escrutadora como si buscase una piedra, pero terminó sonriéndome… y me estremecí de nuevo, de hecho hasta creo que la cremallera del pantalón dio algo más de sí.

-Invítame a una copa y no te hagas ilusiones- contestó no sin antes guardarse en el disfraz una piedra de buen tamaño- que llevo unos días en este disfraz que para mí se quedan.



Lantanique momentos antes de casi reventarle la cabeza con mi pata de jamón creyéndola parte de la invasión extraterrestre


Desde El Bar, donde intento comprobar si mi hígado de acero inoxidable y el dinero para arreglar la ventana puedo usarlos en bebidas bárbaras para vencer la fingida resistencia de Lantanique a mi persona y cuerpo apolíneo, se despide este Corresponsal.



Espaugyl