Alegato de defensa de los necios

Day 759, 14:50 Published in Argentina Argentina by sofiabio

Es filosofía, sí, siempre necesito volver a mi primer amor y es tl;dr, quien avisa no traiciona, pueden retirarse ahora.



¿Dónde está la pequeñez?, ¿Dónde la grandeza?...

¿Cómo encontrar la medida justa cuando la regla es la comparación?...

Si mi propia medida de justicia apenas se reduce a mi criterio, debe de haber algún lugar neutral donde asentar valores comparativos que apliquen en cualquier esquema, de otra manera todo se reduce a meros prejuicios que enturbian la visión.

Pongamos entonces, como punto de partida hacia la meta escogida, al prejuicio como factor variable ante toda capacidad de observación, ahora si que estoy en un problema mayor a la solución, ¿Cómo medir esa variable antes de emitir un juicio?.

Digamos que no hay juicio previo (pre-juicio) sin previo conocimiento de causa, ¿Cómo conocer una causa antes de su efecto?, sólo la lógica resuelve este enigma, siempre y cuando exista una repetición sistémica de dicha causa dando como resultado un mismo efecto cada vez, estamos limitados a ser apenas testigos del despliegue de la inteligencia de la naturaleza de todas las cosas.

¿Esto es factible?, hasta hace poco más de 50 años lo era dentro de aquellos parámetros de conocimiento previo, si el objeto a juzgar fuera por ejemplo la rotación de los planetas, o sea el tiempo y el espacio, la leyes de la física, el comportamiento de la materia grosera, sin embargo el comportamiento humano no deja jamás de sorprendernos rompiendo reglas a cada paso.

Si lo grande o lo pequeño, con comparación de medida o sin ella, actuan de manera idéntica y sin variables a juzgar por sus efectos, ¿Qué naturaleza reviste al ser humano que no se ajusta a ninguna de sus reglas?, reglas que son observadas por el hombre y funcionan con o sin su observación estricta.

Digamos entonces que teniendo en cuenta que el prejuicio es la variable que determina la dirección de las conclusiones a las que el hombre llega con respecto a las reglas de la naturaleza que observa, pongamos que el ser humano es apenas la conciencia de la naturaleza observándose a si misma, busquemos pues el prejuicio que empaña sus resultados, porque poco hemos visto en tantos años al lado de lo mucho sucedido.

Si él mismo no aplica a las reglas que observa, ¿Qué tan legales son esas reglas?, recordemos que una ley es inquebrantable cuando de física se habla, si el prejuicio depende del conocimiento previo, la variable humana en la observación debe de ser la soberbia.

La soberbia pretende saber más que lo que conoce, cuando la plataforma óptima debería ser la pretensión de conocer más de lo que se sabe, a esto llamaría yo humildad aunque no encaje en su definición popular, no olvidemos que las definiciones populares no siempre se ajustan a la real naturaleza de las cosas si lo previamente expuesto resultara de una lógica estimable y aún la ciencia cae en estas tentaciones cuando bien rompen sus propios métodos establecidos, justamente por ser previos.

Tomando como factor de variabilidad a la soberbia, cualquier objeto observado puede cambiar su rumbo por el solo hecho de estar siendo vigilado tras un cristal de variabilidad, más allá de todo resultado, porque aquel resultado que no puede ser visto no tiene registro alguno de existencia para el observador, por tanto su rumbo se transformaría en impredecible, aún cuando esté claramente direccionado.

Esto no es ni más ni menos que una pequeña parte de la mecánica cuántica de la que Einstein fue proveedor (gracias a la relatividad) renegado, ya que pasó el resto de su vida tratando de elaborar la teoría sobre todas las cosas para demostrar la inconsistencia de aquello mismo que sin querer alimentó, “Dios no juega a los dados” fueron las palabras con las que sostenía su postura frente al nuevo rumbo que tomaba la física, teoría que queda inconclusa con su muerte.

La frase sostiene que no puede una inteligencia absoluta estar librada al azar, pero el azar no es otra cosa que la incapacidad de registrar todos las causas de factibilidad, no de probabilidad, que hacen conjunción en una única posibilidad resultante, un solo efecto, por tanto tal Dios puede jugar a los dados conociendo exactamente la cara que caerá independientemente de la capacidad intelectual del hombre para atestiguar fehacientemente tal hecho, volvemos a que el ser humano pretende saber más que lo que conoce como punto de partida de sus conclusiones.

Lo que para unos es suerte para otros es conocimiento de causas, el efecto será proporcionalmente perfecto a las causas desplegadas en curso de convergencia, como una malla infinita que por supuesto se vuelve inabarcable desde la finitud que una conclusión reviste.

Apliquemos esta regla al comportamiento humano pues: Digamos entónces que la soberbia es la causa de todos los efectos impredecibles que nos rodean.

Cuando una soberbia, que ya dijimos que es el factor de variabilidad que empaña la visión justa, choca con otra soberbia, el efecto será la duplicación exacta de la ceguera del sujeto frente al objeto, lo cual le impedirá ver la causa justa que lo provoca, por tanto la variabilidad de la observación modifica la dirección del resultado terminando en el punto de partida: Desconocimiento previo de causa degenerado en un efecto no deseado sin posibilidad de evitarlo o bien deseado sin probabilidades de ser repetido con los mismos resultados, el principio es el fin en sí mismo.

Si cualquier situación dispara la comprensión de este mecanismo está redimido en la justa causa que hace posible un fin que si es deseado por naturaleza: Entender nuestra existencia y justificar en ella nuestros actos, encontrar los parámetros de comprensión como verdad que colma de plena libertad de elección, aún la incomprensión misma como mentira piadosa si hiciere falta amplitud previa de un terreno donde más tarde se despliegue con mayor comodidad el conocimiento, el saber siempre es prestado.

La redención, más conocida y mal aplicada como perdón, es la comprensión de que cualquier acto acontece porque así estaban dados los condicionantes y el sujeto transformado en objeto ante la observación, no es culpable de sus actos si no tiene libertad de elección por conocimiento de causa, hablemos de un átomo o de una persona en particular, la única diferencia en todo caso es la capacidad de consciencia de si mismo y sus propios patrones de conducta.

No hay perdón sin gratitud, porque el sentimiento que nace de la verdadera comprensión es la gratitud ante la luz, pequeña o grande, ya no importa la comparación de medida del hecho ante el resultado, que nos permitió ampliar nuestra capacidad de consciencia frente a cualquier acto presenciado, tanto en calidad de protagonista como de espectador y aún mejor si logramos ser espectadores de nuestros porpios actos, así estos hayan parecido de nuestro desagrado a falta de una observación imparcial.

No todos trazamos los mismos senderos en el andar de la comprensión, pero todos compartimos la misma necesidad, la libertad es el camino al andar y en libertad nada puede detenerse ni desviarse de su curso a menos que sea para avanzar, por muy contradictorio que parezca.

“Paz para la mente y dicha para el corazón”, me lo ha dicho alguien muy querido una vez y no supe entonces comprender el idioma en que me estaba hablando.

Sigo sin comprenderlo, pero lo ando buscando, la grandeza de la pequeñez es tan difícil de alcanzar a ver como las galaxias que están más allá del sistema solar, la ciencia no ha inventado aún los instrumentos necesarios y cada vez dudo más que alguna vez fuera posible que lo hiciera.


Exit music (For a film) - Radiohea😛

http://www.youtube.com/watch?v=iMqXj-eVCjI