Un día en #Ayotzinapa43

Day 2,744, 11:15 Published in Mexico Mexico by Paqo A.Q.
Antes de que digan que publicando o diciendo o haciendo algo por Internet no se hace nada, déjenme decir que SÍ, sí se hace. Con una persona que lea el mensaje empieza a cambiar el mundo.


Malboro viene caminando. Habla a cámara. Tiene un ánimo alegre, chispeante. Se ve fuerte, sano. Es inteligente, tremendamente bromista, de una civilidad ejemplar, soñador.

Malboro se detiene y nos explica:

En la escuela normal de maestros de Ayotzinapa, es una tradición llamar a los compañeros, no por sus nombres, sino por un apodo que hace el ingenioso y veloz retrato del homenajeado: sus gustos alrevesados, su origen, lo que come (¡y cuánto!), los cigarros que fuma o el pie del que cojea. Hay malicia burlesca en el sobrenombre y, antes que nada, mucho cariño: es una forma de evocación personalísima que nos acerca en un flashazo el alma del chico (¡qué pena que no su cuerpo!). Ernesto Guerrero Cano explica frente a cámara: «Si preguntan por Ernesto, aquí en la normal, nadie me conoce. Si preguntan por Malboro… todos me conocen».

Hoy amaneció soleado, con una temperatura a gusto, rica. Parece que es un día como cualquier otro; pero no, ahora aquí, en Ayotzi, los días nunca son iguales, quizá hoy se salga a hacer una movilización en las calles de Iguala, quizá hoy se haga una manifestación tensa y peligrosa frente al palacio de gobierno de Chilpancingo, quizá hoy se haga una práctica de campo o se estudie como locos por un examen en puerta o se siembre en las hortalizas o se monte una ofrenda por los chicos asesinados hace meses.

Hoy es un día en Ayotzinapa.

Ernesto Guerrero, sobreviviente de la masacre.

El Malboro camina por una de las sendas que entrelazan las diversas áreas que, en un caleidoscopio de verdes, campos de cultivo, talleres, dormitorios, salones de clase, comedores, arboledas, ríos y las infaltables canchas de básquet, conforman la geografía de la Normal. Trasponer sus puerta, ahora cerradas a cal y canto, ver a los chicos moverse por estas sendas con sus libros bajo el brazo, apurados, tristes, bromeando a pesar de la tristeza, a los hombres y mujeres que están allí para ayudar y fortalecer, a las tías que lavan la ropa o cocinan, escuchar a los alumnos hablar con sus acentos coloridos, es una experiencia entrañable.

Malboro se detiene y se pone en cuclillas para mostrarnos una tortuga que, al sentir la presencia de humanos, se esconde en su caparazón. «Aquí protegemos a las tortugas, si la gente las ve, no las molesta, no les avientan piedras, aquí las cuidamos: son una representación de nosotros, de la Normal». Ayotzinapa quiere decir «Lugar de Tortugas».

Malboro nos muestra una cerca que se usa como tendedero de ropa para que el sol guerrerense la deje como nueva; pero ahí hay una playera que comienza a envejecer: es del Tripa, un compañero desaparecido. Nadie la ha movido de su lugar, es un testimonio y una esperanza: tal vez el Tripa regrese por ella. En Ayotzinapa y en las casas de los padres de los desaparecidos, en las calles del país y del mundo hay un ánimo y una exigencia de que 43 chicos regresen por sus playeras.

Malboro se detiene. Habla a cámara. La noche en que secuestraron a sus compañeros, él venía en uno de los tres camiones que fue rafagueada por la policía municipal con metralletas y armas largas. Junto a él, Aldo recibió una bala en la cabeza. Los chicos venían desarmados, gritaban que mandaran una ambulancia, pedían que la policía nos los encañonara; pero la respuesta de los municipales fue rodear el último camión y desaparecerlo. Otros dos chicos fueron asesinados allí mismo. Malboro no sabe por qué a él no le toco esa bala. Se le aprietan las palabras en la boca, está desesperado, pero mantiene la calma.

Suena su teléfono. Es su novia. Ríe con ella. Está enamorado como cualquier chico de su edad y nos dice que, al recibirse como maestro, lo que quiere es servir a su gente educando a sus hijos, casarse, tener una casa propia y ser padre de una niña. Ser gente de paz. Útil. Igual que 43 chicos que no sabemos dónde están.

A esto es lo que el Estado Mexicano tiene miedo, a 43 chicos desarmados que, un día en Ayotzinapa, luchaban por una vida mejor.

Alumnos días antes del 26 de septiembre.



Un día en Ayotzinapa 43 (México, 2015). Dir. Rafael Rangel. Documental.

*Este texto fue publicado originalmente en la revista Eme Equis.
* Un día en Ayotzinapa 43 en la Cineteca Nacional: http://www.cinetecanacional.net/php/detallePelicula.php?clv=13498|13060&Tit=Estrenos

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