Solange Psycho Killer

Day 2,171, 04:42 Published in Argentina Argentina by Solange Carolina Diaz

Puedo contar con los dedos de mi mano izquierda todas las decisiones que tomé este año, durante el que (por fin!!!), decidí independizarme de la familia. Acepté la beca, me inscribí en la maestría, conseguí trabajo y me fuí a vivir vivir sola, abandonando para siempre el nido materno, en el que la comodidad se había apropiado de todo mi ser, separandome del mundo real hasta al punto de no recordar cuándo fue la última vez que mamá me dejó ir sola hasta el shopping o me compró todo lo que necesito en el supermercado.

Mi vida sin embargo no se tornó tan excitante como esperaba, sabían que hasta hay que comprar desde el papel higiénico hasta los cuchillos?, cuando decidí mantenerme por mi misma olvidé que conseguir dinero para el alquiler es una tarea ardua y diaria, repetitiva hasta el hartazgo y aburrida sin posibilidad de cura.

Mis de mujer independiente empezaron a transcurrir en un círculo de tareas al monótono: me levanto temprano, desayuno, corro una vuelta por Palermo, me baño, voy a trabajar, luego a la facultad y finalmente vuelvo caminando a casa durante esa insoportable hora donde es muy temprano para que sea de noche y muy temprano para que sea tarde. La hora de “regreso a casa” dicen en la radio, con la esperanza que los radioescuchas se convenzan que la vuelta al hogar es la recompensa a sobrevivir el tránsito pesado de esta Buenos Aires que cada día se me antoja más gris, peligrosa y, como todo, aburrida.

Levantarse temprano implica dormirse temprano y mi vida de mujer liberada se distingue por la falta de salidas que, cuando dependía de mi mamá, eran mi inagotable fuente social de entretenimiento. Al principio, y para no caer en el sedentarismo del estudiante/oficinista se me ocurrió inscribirme en un gimnasio, imposible, mi acotado presupuesto de estudiante/pasante/oficinista/promotora no alcanza ni para pisar una colchoneta. Fue entonces que decidí ponerme a correr.

El Samsung S3 que me regaló mi amiga se transformó durante los primeros meses de corridas matutinas en mi mejor compañero, le cargue miles y miles de temas que pusieron ritmo a los amaneceres porteños mientras trotaba por las calles desiertas de una ciudad tan remolona que prefiere no mirar a la cara hasta después de las 7AM.

El escuchar música funcionó un tiempo, pero de a poco los temas se me tornan repetitivos, las combinaciones del app de mezclas fueron cada vez más repetitivas y el problema de llevar siempre un teléfono en el bolsillo era que mi mamá me llamaba en cualquier momento y empezaba a hablar (por millonésima vez) de que tan irresponsable y peligrosa es mi decisión de vivir sola. Todos los días me cuenta que mataron a alguien por mi barrio de Palermo y después lo tiraron en un volquete. La misma charla aburrida de siempre.

El aburrimiento me empujó a salir del circuito tradicional y adentrarme en la calles demasiado desiertas de Palermo, hay pocas lugares tan tristes como los paseos que tienen vida nocturna durante la mañana: se convierten en barriales inmundos con olor a humo de cigarrillo y restos de vómito de alcohol sobre las veredas, paraísos nocturnos que la luz del sol revela vulgares y llenos de moscas listas para atrapar cualquier presa fresca que se aproxime, camiones de basura huyendo con un botín de desperdicios de yuppies desalineados por la resaca.

Yo con mis calzas cortas no siento el frío de la madrugada y sigo corriendo, cualquiera que me ve piensa siempre que soy una distraída que vive en otro mundo, obviamente no son lugares para que una mujer transite sola de madrugada, ya que la tímida luz solar, que se adivina pero no ilumina, todavía no podría jamás alertarme que alguien me persigue. Un demonio rezagado de la noche, agotado por la música tecno y un mortal cóctel que seguramente incluyó drogas, levantes frustrados y su consecuente fracaso sexual, sintió inmediata atracción por mi coleta rosa con moño fosforescente y empezó a acercarse sigilosa y premeditadamente a mi espalda. Estoy al alcance de su mano si tan solo quisiera tocarme, pero esta realmente muy excitado y la calle se encuentra desierta, se le antoja que atacarme es buena idea, una chica sola escuchando música con su teléfono por el barrio de antros durante la madrugada no puedo buscar otra cosa que no sea un ataque -se dice a sí mismo-, y me sin volverlo a pensar me taclea tirandome al piso de tal forma que casi me rompo la cara contra un baldosa que estaba demasiado elevada.

Caida en el piso, puedo sentir que mi remera no es tan confiable como pensaba y había cedido dejando uno de mis pechos casi al descubierto, doy vuelta y veo en la cara del demonio que me ataca la satisfacción del triunfo, pero no me ataca todavía, se relame extasiado por la presa que atrapó y saborea esa visión hasta el punto de darse cuenta que ya tiene enterrado en su estómago el cuchillo que compré con mi primer sueldo y llevo en el lugar que antes el Samsung S3 que tantas veces escuchó a mi madre.

Mi víctima desorientada trata de retirarse, pero la caídas afectan más a un borracho drogón que a una chica de condición física saludable como yo (corro todos los días 10 kilómetros), por lo que me resulta muy fácil extraer el cuchillo lleno de sangre para ahorcarlo dignamente con los auriculares e introducir el cadáver en unos de los dichosos volquetes con los que la municipalidad lleno Buenos Aires.

Después vuelvo a casa, me baño y me voy a trabajar, para seguir mis rutinarias tareas de mujer independiente, esperando que esta vez mis actividades matutinas no se tornen tan aburridas como ocurrió con las anteriores.

Solange Psycho Killler - Historia corta
Escrito por
Solange
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Editado por:
Comandante Lopez
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Esta publicacion no esta de acuerdo a ningun voters, y estamos averiguando donde viven asi vamos a correr por ahi.