SIN PATRIA NI OFICIO Y CON BENEFICIO

Day 566, 15:51 Published in Spain Peru by martin castro

Desde muy joven me sentí identificado con los oficios transformativos y aunque pasé por muchos empleos en distintas compañías dadas las circunstancias, finalmente descubrí en el rubro de la fabricación de armas, un lugar para mí. Fui ganando experiencia, creciendo laboralmente y de repente, mis conversaciones con los compañeros de pelotón ya no eran las mismas. Empezaron a fascinarme las armas, sus insumos, sus calidades. Cuanto podían contribuir al daño de un soldado activo en el campo de batalla y a la defensa de un territorio.
Sin darme cuenta, cambie del grupo de reserva al grupo activo del ejército y empecé a prepararme con mayor fuerza y con un solo ideal: Ser héroe de batalla.

Hace poco más de dos semanas, utilizando muchos ahorros y casi nada de convicción militar, política o cultural; por el simple hecho de lograr mi consigna, me convertí en héroe de la batalla aislada de un país que nunca había visitado y en el que no vivo, aprovechándome de las carencias de su propio ejército y bajo el disfraz de soldado amigo, en una guerra absolutamente falsa.

Estaba feliz cuando me condecoraron, aun cuando haya desplazado de ese mérito a un justo combatiente nativo de la zona en donde peleé.
Tomé un avión de regreso a estas tierras pensando en ese mérito hasta que una idea cruzó mi mente: “Qué distinta habría sido esta medalla de ganarla en “mi país”.

El lugar donde nací, dejó de pertenecerme hace mucho tiempo y no volvería nunca, porque las cosas no se dieron bien, porque el gobierno no nos protegió cuando tenía que hacerlo, porque vivir era muy difícil. He sido conquistado por ejércitos “enemigos” al menos unas tres veces, y he vivido ya en más de 10 países. Siendo este, Indonesia, el país donde he pasado la mayor parte de mi vida, donde he ganado el mejor dinero: la tierra a la que más provecho le saqué.

Así y todo, no existe “mi país”. Y mi medalla no pertenece a mi ejército. Y las armas que fabrico no defienden mi suelo. Las armas que fabricaba…
Cuando regresé a Indonesia, había perdido el empleo o más bien no pude recuperar el empleo que abandoné.

Ahora todos los días me pregunto si debería ser algo más que militar, si podría iniciar mi propio negocio, si debería escribir estas crónicas más seguido o sí por último, podría intentar unirme a la clase más baja que existe: la política.

Estoy trabajando en una compañía de alimentos y en un par de días me voy de viaje, a buscar un hogar de verdad. Talvez empiece a trabajar la tierra, talvez integre una nueva comunidad.
No tiene sentido seguir peleando en guerras falsas, defendiendo un suelo y atacando otro sin saber cual de los dos es más extraño.

Sé que las guerras son la base de nuestra sociedad y que una gran parte de nosotros vive gracias a ellas. Se que siempre se tiene porqué pelear. Pero preferiría tener por quién hacerlo.