Los veinticinco - Cuento de Terror Concurso

Day 2,483, 12:22 Published in Spain Spain by Banco de VaIencia


Hay mucho silencio en esta noche. Tanto silencio en conjunto que Marko, un ciudadano serbio que vive en Belgrado ve como un entretenimiento más un juego que dice “Gana una Medalla por buen Soldado”, lo único relevante era juntar una moneda de oro, lo único relevante es ir hacia esa barra apretar con desgano el botón derecho y chaz, has matado a un rival, un soldado rival.
Noticias que impactan en la pantalla principal:
¡Croacia ha llegado hasta el Noroeste de Serbia!”
“Se reparten armas según la fuerza, entren todos a sus Unidades Militares


Marko ha estado jugando aproximadamente catorce horas de veinticuatro que tiene el día, se ha compenetrado tanto que en las discusiones del juego con sus compatriotas la única palabra que obtiene en su mente es matar a un croata, Marko ha perdido a su mejor amigo en la guerra Croata-Serbia, ha estado en los campos de concentración su familia, él ya no siente estar en este mundo.
El 3 de Septiembre se ha levantado al baño a orinar, lava su cara con agua, sonríe y ve que se le ha caído dos dientes, esos dos dientes han remplazado los dos oros que ha ganado por matar a veinticinco croatas y cumplir con su orden del día, todos los días Marko asesina a veinticinco croatas y sonríe, todos los días Marko pierde dos dientes, ya ha decidido no sonreír más.
En el juego, Serbia decide mandar un ataque a España, a él le molesta, comienza a rascarse sus extremidades superiores, hombro, codo, hasta que la picazón sigue a la mejilla, espera sentado a que termine el plazo de votación, la última pasada de mano por su brazo ya tan solo hay sangre.

Serbia ataca Islas Baleares, Marko se pone nervioso porque su fuerza no hace lo suficiente, esa maldita barra no se mueve, pero su pierna izquierda no para de temblar, eso enloquece a Marko ¡Para ya! ¡Para! Y se clava la lapicera de tinta azul donde él dibujaba sus mandalas para el Instituto de Arte.
Serbia ataca Murcia, sonríe es una victoria de todos, pero Croacia decide ir tras de Serbia y en su mente empieza la persecución.
La mayoría en el juego se comunica por un chat, ahí conoce a Dalibor, un croata de veinte años que poco sabe de la vida pero le encanta molestar, es tan válido molestar como colaborar, es tan válido hacer amigos que enemigos, era válido para Marko que le produzca asco encontrarse con fantasmas del pasado y comenzar a vomitar.

Un 6 de septiembre comienza a sumar más oro y eso lo hace más fuerte, pasa sus horas en el juego y cada vez que entra a una guerrilla, que es una plataforma extra del juego, él va tironeándose el cabello a tal punto que horas más tarde frente al espejo decide raparse la cabeza, las uñas están negras, no ha comido por días, vaso de agua tras vaso de agua se comunica con Dalibor, respira hondo:
- ¿Dónde vives? ¿Cómo está compuesta tu familia? Mi vida ha sido una mierda por culpa de tu gente, es tan solo pasado, un pasado que se me hace presente en esto que es real, porque es real cuando apoyo el culo en una silla, cuando cumplo un rol en este juego, yo he sido el soldado cobarde que no fui a enfrentarme con el terror, pero en cambio tú te ríes del resto de mí, yo soy el resto, yo tan solo soy lo que queda.
Dalibor le ha dado la confianza suficiente para que se desahogue, la paciencia reina en él, Marko ya se ha lastimado sus extremidades derechas y ya le cuesta respirar.

En la cocina está el clonazepan recetado por médicos, el diazepan de su madre y en el armario las armas que ha dejado su padre, no le ha temblado la mano para agarrar esa arma de calibre veintidós sujetarla en su cinturón y mandarse a caminar.
Las fotos de sus familiares en su cuarto lloran sangre, pero le llama la atención el libro de su abuelo de color azul “Srbija je Sloboda”, cierra los ojos, frota sus manos y al abrir el libro da con un párrafo que dice lo siguiente:

“Fue aquel entonces que murmuró la gaviota en su criadero, que con querer solo bastaba para que haya poder, aunque no se convenza a las otras queda en uno volar hacia adelante, imaginarse un cielo despejado, que ninguna paloma, pájaro, gorrión te condene a una frontera, que no te diga –Oye hasta ahí has llegado, devuélvete- . ¿Somos de donde nacemos o de dónde venimos?
Abrió con su pico las puertas de hierro y a viva voz –Háganse justicia-.
Y fue comunicado a las veinticinco de ellas.


Marko retomó decisión, camino: Tren directo a Zagreb, Croacia. Compró veinticinco tickets para la vuelta.

Desde el móvil sigue matando veinticinco croatas por días, carga la energía y mata veinticinco españoles por deporte, el viaje se hace eterno con la crisis de ansiedad, su chaqueta verde su mirada perdida, ya no hace filosofía en la ventana, se adormece su pie y sigue el viaje de pie.
El guardia del tren lo detuvo con preguntas, y él tan solo preguntó si ya habían sido las elecciones de congreso, las elecciones presidenciales, y el nombre de su comandante. El guardia sonrió y le dio un golpe de aliento en su espalda.
En Zagreb había juntada de jugadores, para él era el infierno. Marko se levantó del asiento del tren y fue rumbo al encuentro en el parque. El camino se hizo larguísimo, las risas infantiles estaban ahí, las imágenes pasaban rápido ante sus ojos, taquicardia, el volumen de las voces aumentaban, su madre, su hermano. Marko se repetía mentalmente que no eran hacia él, la idea era algo tonta, pero las risas eran aún más fuerte.
Sacó su arma y apuntó a uno, a dos a tres, quién era Dalibor, todos lo eran, todos son croatas todos son el enemigo, Marko hizo su orden diaria y apagó su computador como siempre.



Relato escrito por Valky Vala