El secreto III - Un golpe bajo

Day 2,562, 09:30 Published in Spain Spain by Frozen Stauros


Me pongo un casco azul y subo detrás en la moto justo detrás de Cadelsis, muy pegado a ella.

— Voy a llevarte a mi lugar de entrenamiento, allí te contaré todo lo que se del nuevo enemigo. — me dice a través de un pequeño auricular que tengo en el casco.

Pasamos de largo la calle Q7 y encaramos la salida de la ciudad. En el centro del bosque, una gran roca en una explanada. Deja la moto apoyada en un árbol y pone la palma de la mano en una zona de la roca más lisa que el resto. Una luz recorre un semicírculo y cae ese trozo de roca. Extiende el brazo y me ayuda a entrar.

Escalones semi iluminados hacia abajo, en una bajada oscura, calculo que de unos diez metros, hasta llegar a una puerta de metal sin picaporte, que cuando Cadelsis posa su mano en el centro, aparece un teclado iluminado. Cuatro dígitos que mi guía pulsa rápidamente, y se abre automáticamente. Se gira y vuelve a sonreír, indicando que la cabeza que mire el interior.

Una sala de unos veinte o treinta metros cuadrados completamente iluminado por lámparas azules en el techo y paredes. Aunque lo mejor no es la amplitud de la estancia, sino como dos autómatas se baten en duelo de espadas justo enfrente de mí. Media docena más de estos androides están parados junto a las columnas.

Estantes llenos de lanzas; arcos y flechas; espadas: tanto espadas cortas, como largas, curvas… En una esquina, una gran pantalla muestra imágenes de todos los rincones de la ciudad, incluida la puerta de mi casa, y en otra (y ya hay que asustarse por lo detallista que es Cadelsis) un mapa de lo que sería El Continente si me hubiera animado en su día a dibujarlo.

— Es… Precioso todo esto. ¿Le sacas provecho de verdad? — pregunto, anonadado como me hallo de ver la complejidad de la sala, y que aún me faltan dos puertas que puedo vislumbrar en el fondo.

— Esperaba que tu le saques provecho. Hace mucho que no blandes a Stauros, prueba con un autómata…

En ese momento uno de los robots que estaban luchando deja caer su arma y se retira, mientras que el otro se acerca y me reta.

Saco a Stauros, que ya tiene ganas de sacar su poder después de tanto tiempo dormida. Me acerco al estante de arcos y cojo también uno ,con un carcaj de doce flechas.

Mientras miro la tensión de la cuerda, el autómata ya ha lanzado la primera estocada que me ha rozado. Contraataco con un golpe de arriba a abajo que le hubiera partido por la mitad si no fuera porque se ha apartado muy rápidamente.

— Te acabas de desgastar con ese golpe. Si no fuera porque es un autómata, una simple figura que piensa mas bien poco, ya estarías muerto. — Me dice por detrás Cadelsis.

La rabia me corroe, y disparo dos veces al robot, una entre los ojos, y otra directa a la “mano” derecha , justo para que deje caer la espada. Aunque la primera flecha no le afecta, la segunda si, y la misma sorpresa le deja vulnerable.

Salto encima de la mesa donde se exponen diferentes tipos de flechas y con toda la fuerza que puedo tumbo al autómata clavándole a Stauros en el pecho. El androide se desactiva y vuelve a una de las columnas, mientras me deja en el suelo, cansado.

— No somos invencibles, pero si más que ellos. Un autómata no puede ser atravesado a no ser que ejerzas una fuerza más allá de tus fuerzas, y te ha dejado agotado. Me sorprende que enfoques esa rabia a un objeto, no se como reaccionarás ante nuestros enemigos reales. — Cadelsis recoge el arma del autómata y la deja en el estante de las espadas, mientras me observa como sigo en el suelo, con Stauros entre las manos, que lentamente deja de brillar.

Se dirige hacia una de las puertas del fondo, la de la derecha, y me muestra lo que parece ser una antigua sala de reuniones.

— Es lo único que conseguí salvar de este búnker, una mesa y sillas, aparte de una estantería llena de libros de cuentas. Algo es algo.

Ahora un potente ordenador ocupa uno de los extremos, y montones de carpetas marrones el otro. Cadelsis se sienta enfrente de la pantalla y muestra un video.

Dos hombres se pasean frente a mi nevera, cuando llega un tercero con un hacha. Un simple movimiento y la puerta cae. Pasa a otra cámara, justo en mi biblioteca, y veo como los tres encapuchados tumban las estanterías y entran en el estudio. No se entretienen y abren la caja fuerte, y con ella, la nota de papel.

Antes de salir de mi nevera, dejan una caja en la mesa, medio abierta para que la cámara pueda ver su contenido.

Es un libro. Concretamente un ejemplar de No debería ser yo mismo. La parte VI, la nunca escrita.

— La cosa se va a poner fea, será mejor que cojas a Stauros y ese arco y vayamos. — Me dice Cadelsis mientras apaga el ordenador y vuelve a ponerse la cazadora de la moto.



pabs11, profeta de la Diosa Nevera, asesino con rabia.