Crímenes en guerra - 8ª parte

Day 2,691, 14:33 Published in Spain Portugal by Personahumana



Cracovia, julio 2014 - Personahumana

El sol me ciega. Acostumbrado a la noche cerrada que es mi habitación, ese solitario rayo de sol parece un potente foco que me deslumbre. Ya venía sintiendo su lento caminar por mi cuerpo, el deliciosos y casi hipnótico deambular de la luz solar por mi pierna, mis ingles, pecho. Sumido en mi despreocupada duermevela, lo he dejado hacer hasta ahora, en que la dolorosa punzada luminosa atraviesa mi pupila derecha, cegándome, arrancándome de mi plácida postura sobre el astroso colchón tirado en el suelo donde he pasado las últimas tres semanas (bueno, casi cuatro en realidad), haciéndome rodar sobre las latas semi vacías de cerveza o los envoltorios de toda comida basura habida y por haber. El furioso fogonazo se cuela tan dentro que empieza a remover recuerdos que las medicinas no consiguen ya mantener dormidos: Sangre caliente saltando sobre mi rostro, el estallido de mil luces de cristal delante mía, el fuego de aturdidoras explosiones, el dolor físico de los besos ardientes de las balas y la metralla horadando mi piel. El dulce letargo interrumpido de la forma más abrupta, haciéndome retorcerme de dolor y desesperación, apretándome las manos contra los ojos tratando de asir angustiado los últimos jirones de la paz y la calma de su espíritu, que se deslizan como la más fina arena entre sus dedos. Pero la futilidad del esfuerzo me lleva a gritar exasperado, lleno de rabia, derrotado.



mirela86, una de las chicas que viven con Lefuuu, la que me recibió el día que me desplomé ante su casa, abre la puerta alterada, entrando en la oscura habitación, en la que el ambiente maloliente y sucio es velado por mis movimientos nerviosos sobre el colchón tirado en el suelo, a apenas metro y medio de los pies del esqueleto desnudo del somier ahora inútil. Tras darse un segundo para calibrar la situación, se arrodilla junto a mí y toma mis manos, apartándolas de mis ojos, susurrándome como lo haría una madre a un bebé de inconsolable llanto, rodeándome con toda la ternura con sus brazos, dejando que mi cabeza repose a la altura de sus voluminosos pechos, recogidos solamente por la sudadera de cremallera entreabierta, meciéndome para tranquilizarme, haciéndome sentir el calor humano de su proximidad.


No dejo de llorar abrazado a ella, preguntándome, en la ventisca de pensamientos de mi mente, cuánto tiempo habrá estado mirándome, en ese estado y con mi aspecto, y por qué ha decidido acercarse a mí y obligarme a apartar las manos, haciéndome contemplarla al contraluz del marco iluminado de la puerta. Por un breve momento me siento como si el tiempo se parase al adivinar en los escasos detalles de su cara que la luz me ha permitido captar las facciones dulces de un ángel, la sonrisa beatífica de una persona buena, un cariño cristiano y de corazón. Y yo me derrumbo tras mi forcejeo, derrengado, vencido.

Siento como mirela86 acaricia despacio mi cabello y mi nuca, deslizando una y otra vez, lentamente, deliciosamente despacio. Ella puede sentir como mis lágrimas calan su sudadera mientras mi respiración se calma, mis manos reposando sobre el colchón, la cabeza caída en su pechera, subiendo y bajando lentamente con su relajada respiración, sintiendo el bombear de su aliento en mi frente. De repente desliza sus lánguidos dedos por mi frente con mucho cariño; tanto, que me atrevo a abrir los ojos y mirar hacia arriba, buscando su mirada que encuentro fija en mí, tranquila, amable.

No sé por qué algo dentro de mí me pide incorporarme despacio sin perder su mirada hasta quedar cara a cara con ella,y alzo mi mano derecha para pasarla por entre sus cabellos, entreverando sus morenas mechas, y recorro el perfil de su carita, fijándome en sus carnosos labios cuando cierra por un momento los ojos y besa mi mano, mirándome de nuevo... pero de otra manera, con más intensidad, más intención. Y la beso. Suave, cálidamente. Siento cada pliegue de sus labios, la humedad deliciosa de la línea de su boca hasta encontrar su lengua, señal tácita para que la mía la busque y la encuentre con una caricia, perdiéndonos en un lento juego de deseo emergente. Su mano derecha busca la mía izquierda, detenida en su mejilla y la toma dulce pero firme, haciéndome tocar su escote con la yema de mis dedos, dejándome libre para poder tomar ella la cremallera y deslizarla, abriéndome el camino de su piel para que pueda recorrerla hacia abajo, por los bellísimos senos que van quedando expuestos, tan tersos y cálidos, los rosados pezones enhiestos, que adivino duros y sensibles dados los suspiros de que regala a mi boca con su aliento para que los beba, entregándonos en un pasional beso que se intensifica al sentir su piel con la mía cuando ella, al arrastrar mi camiseta al arrastrar su mano desde mi cadera a mi pecho, descubre mi cuerpo moreno para que contraste con su suave dermis blanca.



Entonces un flash muy intenso, similar a los anteriores pero distinto, pintado de un verde intenso, me hace abrir los ojos, detener mis manos, parar mis besos cuando entiendo en realidad, son otras caricias las que espero.

Llevo mis manos a la carita de mirela86, quien me mira extrañada, sin entender por qué el placer y el cariño se han detenido, por qué ya no hago que sus pezones se deslicen excitados entre mis dedos.

- Dziękuję. Dziękuję bardzo- digo bajando mi mirada, fijándola en el punto más alejado posible de sus preciosos ojos azules, dejando que las lágrimas rueden por mis mejillas mientras muerdo mi lengua.

- Przepraszam- me dice deslizando la cremallera que cierra su sudadera mientras se levanta rápidamente, se gira hacia la puerta y deja caer su mirada al suelo cuando reconoce, apoyado en el marco de la puerta, a Lefuuu, el cual, serio, los brazos cruzados ante su pecho, le deja pasar sin decirle nada, sin decirme nada, silencioso como una esfinge inerte, mudo espectador de nuestro encuentro.





Lefuuu:

Sentado en el sofá, una mano en el mentón, revisa varios documentos en la pantalla del portátil comparándolos con varios folios desperdigados por la mesa. En un momento deja deslizar su cara entre sus manos, en claro gesto de desesperación. En seguida siente la caricia de unos dedos entre sus cabellos, experimentando el placer relajante junto al que suma el alivio reconfortante del cariño, sacando los ojos de detrás de su pantalla para encontrar la sonrisa de Marcjanna, quien con una revista en su regazo y sus increibles senos desbordando la camiseta le guiña un ojo en señal de apoyo moral. “Ah, si no estuviera tan ocupado...” se dice el Comandante de las FAF Polish mientras siente la punzada que despierta al gigante dormido, el aliento del dragón despertando sus instintos más bajos, el soldado saludando firma, presto al combate.

- ¿Qué passsa? - le pregunta Marcjanna con acento andaluz, un gracejo intensificado por el hecho de oírselo decir a una bella polaca de ancha sonrisa; es casi como si una niña pequeña repitiese una y otra vez algo gracioso sólo porque produce risa a quienes le escuchan, aunque no sepa muy bien qué significan.

- Nada.- suelta el FAFero en un prolongado suspiro. La mirada azul de la polaca no parece aceptar esa respuesta, y Lefuuu lo sabe.- Es Personahumana.

- ¿Qué le pasa? ¿Está bien?

josebakoldo mantiene la cabeza apoyada en las manos un segundo, aparentemente concentrado en sus pensamientos perdidos en un punto distante e indeterminado en el infinito, el cual parecía concordar, curiosamente, con un pegote de ¿mayonesa? en el borde de la mesa. Alarga los dedos para rebañar emplasto blanco con el índice de la mano izquierda y se lo lleva a la boca; mmm... sí, mayonesa.

- Él y mirela86 - se pasa la mano por el mentón, incómodo, buscando las palabras adecuadas. - Creo que a ella no le ha hecho bien su último encuentro.

Marcjanna pasa dos dedos por la oreja y la nuca del comandante, tratando de desfruncir su ceño arrugado.

- Quizá deberías mirar mejor lo que está pasando. ¿Sabes que él ha salido a la calle por primera vez en dos meses?

Los ojos no le caben en la cara al soldado. La sonrisa de Marcjanna se amplía al ver su cara de tonto. Le encanta ser capaz de sorprendele así; le pone. Se acerca para besarle en los labios, mirando con los ojos entrecerrados como la mueca se torna relajada, entregada. No tarda en sentir los dedos en sus senos, que ya comienzan a hincharse con la excitación. ¡Cómo son los españoles: les encanta sobar las tetas polacas! Ufffffff, se alegraba de haber tomado la píldora esa mañana.




Personahumana::

Ya había pasado casi una semana de mi última llorera, cuando tras el encuentro con mirela86 me revolqué en mi autocompasión entre los recortes de periódicos que Lefuuu me había ido dejando para que me enterase de la desgracia de mis compañeros en particular, y de eEspaña en general, durante mi convalecencia apartado de la actualidad diaria. Entre lágrimas, mis ojos volaron en esos momentos por las líneas de inmensa admiración de los diarios por la valentía en la batalla de Aragón, en los artículos en defensa de los caídos, por las alabanzas y odas sentidas, pasando luego, junto con las fechas y las pruebas de traición presentadas por el Gobierno, a la crítica descarnada, al insulto y la soflama, a los gritos de vergüenza y venganza, a escupir sobre la memoria de los caídos, a quienes los que no concibían como cobardes por no afrontar las acusaciones, los trataban por ignorantes de actuaciones atribuidas a la cúpula.

Sentí mucha rabia y grité, y lo hice tan fuerte y tan prolongadamente que solo la irritación de mi garganta pudo torcer, con un ataque de tos, el desenfreno de mi exasperación. Venta de armas a Argentina, robo de fondos estatales, tráfico de influencias, espionaje... Arrugaba los pedazos de papel a medida que leía los cargos, deseando hacerlos desaparecer como por arte de magia entre mis dedos, pero sólo lograba ver los rostros deformados de mis camaradas entre las arrugadas fotografías, la sangre gris escapando de los cuerpos grises caídos en batalla, las miradas tristes y desamparadas entre los grilletes y gruesas rejas, las lágrimas de frustración de los hijos de roto2 al oír las condenas en los juicios sumarísimos...

“Los hijos de roto2 no pueden luchar contra el Destino...”

Esas palabras resuenan ahora como un eco en mi mente y aparece la sonrisa descarnada de aquel argentino que se desangraba en el asiento trasero del Renault Clio negro:

“No puedes pararlo, ja, ja, ja.”

El Clio en llamas en Madrid. El piso frente al hospital. La morgue con el cuerpo de Neospa.

- Neospa.- dije entre dientes.

Me levanto de un salto hacia un montón de ropa limpia y bien doblada, la que llevaba cuando me desplomé herido en el quicio de la puerta de Lefuuu dos meses atrás, la guerrera ahora limpia y perfectamente doblada que agarré para registrar los innumerables bolsillos y compartimentos, sin encontrar nada. Lanzo la prenda contra la pared enfrentada, enrabietado, imaginando mentalmente cómo la lavadora habría destrozado mis esperanzas con un programa rápido cuando mi mirada se concentra en un basto cenicero de arcilla en el que parecen reposar todas las diminutas pertenencias que llevaba encima al llegar: las placas con mi nombre, un trozo de cordel, dos clips doblados, las llaves de un pequeño candado perdido, monedas sueltas... y un pendrive negro, el mismo en el que se copió la información que recopilé en la morgue de Madrid.

Aprieto el puño con el sabor del triunfo en la boca y me detengo a mirar en derredor al desastrado habitáculo en el que he estado apalancado durante dos meses, preguntándome si era yo quien había estado tirado en aquel sucio colchón durante tantas semanas. Al concluir el examen de mis miserias encuentro, severa, mi mirada en el espejo que hay colgado sobre sobre la negra cómoda. Pero lejos de bajarla, la la alzo envalentonado, sabedor de que sólo se levanta el que una vez ha caído. Salgo de la habitación y enfilo escaleras abajo.



Casi al pie de éstas hallo a una despeinada Marcjanna e intento iniciar una torpe disculpa a medio camino entre mi oxidado inglés y mi escaso polaco que ella tiene la sabiduría de parar a tiempo con una amplia sonrisa y un asentimiento repetido con la cabeza, empezando enseguida a subir las escaleras mientras tararea, alegre, una pegadiza canción.

- ¿Esa no es la de "Para hacer bien el amor hay que venir al sur"?

Tratando de adivinar la melodía encuentro a Lefuuu de espaldas a mí, delante del sofá, abrochándose el cinturón. Se vuelve repentinamente al sentir mi presencia, sorprendido de encontrarme allí en el salón. Se agacha rápido como un rayo para coger algo de encima de la mesa y meterlo en un bolsillo, y me mira de nuevo, inquisitivo.

- Por fin sales de la cueva.

- Ya tocaba.- dije con un atisbo de sonrisa.

Él afirma bajando la mirada hacia el sofá e iniciando el gesto de sentarse mientras alarga la mano y me señala el sillón anexo.



Acepto la invitación de sentarme. Al momento siento algo debajo de mi culo, y al meter la mano saco el envoltorio vacío de un condón. Lo miro y también a Lefuuu de hito en hito, hasta que mi involuntario inquilino encoge los hombros levantando las manos al cielo, indicándome que me haga cargo de la situación, y no podemos evitar estallar en una sonora carcajada que retumba en toda la estancia.




Łódź, julio 2014 - PaJaRiLLo



- ¿De dónde decís que habéis sacado esta mierda?

Permanezco callado detrás del informático mientras no deja de clickear en las distintas carpetas almacenadas en el pendrive. De vez en cuando, justo como ahora, alarga una de sus grandes manos y la introduce en un bol de ganchitos sabor a queso para llenarse la boca con ellos, acompañando el seco aperitivo con un buche a una botella de cerveza polaca, Tyskie, me parece. Lefuuu, quien permanece sentado aparte en un puf algo raído y sucio leyendo una revista de física cuántica que ha tomado de encima de un montón de magazines científicos, ya me había advertido que PaJaRiLLo, el "coco" informático que abordaba el contenido del pequeño disco duro, tiene una peculiar forma de ser. En verdad extraña ver a aquel mastodonte de casi dos metros recogido sobre sí mismo para teclear a toda velocidad los comandos que bulln en su mente. "Es el mejor"-, añadió el comandante de las FAF Polish mientras conducía camino de su casa, -"y de total confianza". Con eso me sobraba para vencer mi inicial desconfianza.



- ¿Qué es?-, pregunto obviando su consulta.

Un vasto resoplido es la respuesta inmediata. Menos mal que no tengo que esperar para recibir la que espero.

- Para simplificar, diré que es un archivo ejecutable malicioso. Un virus, vamos.

Frunzo el entrecejo.

- ¿Y qué es lo que ejecuta?

PaJaRiLLo teclea rápido un interminable renglón de caracteres cuyo significado es incomprensible para un lego en la materia como yo.

- Vamos a ejecutarlo, para que lo entiendas, en un circuito cerrado para mantenerlo bajo control.

Y diciendo ésto, pulsa “enter” y el mensaje presidencial anunciando la traición de las FAF se abrió a pantalla completa.



En un primer momento no logro entenderlo, pero casi de inmediato me quedo helado al comprender qué tengo delante. Siento la boca seca de golpe.

- Yo lo hice.- Me giro y encuentro el gesto interrogante de Lefuuu. - Yo sentencié a las FAF.




Wroclaw, julio 2014 - Trachemys Scripta



- Yo también me alegro de verte.

Rvega se levanta del suelo tapándose la nariz sangrante con la mano derecha, poniendo sobre sus cuatro patas la silla con la que había caído tras el puñetazo con el que he tenido a bien saludarle. No lo tenía planeado, la verdad, pero ha sido muy reconfortante. La gente nos miraba extrañados, más aún cuando le tiendo la mano para estrechársela. El recuerdo de cómo me había retenido a punta de pistola en Madrid y el sentirme culpable de haber activado el virus del maldito email me han hecho reaccionar así.

Levanto la mano para pedir otras dos cervezas (de medio litro, a lo polaco).



- Estás lejos de casa- comento.

Me mira de arriba a abajo. Casi había olvidado que era más observador que hablador, así que cuando estoy a punto de empezar a hablar decide contestarme.

- Mira quién fue a hablar.- Calla con la llegada del camarero y la cerveza, a la que da un buen tiento, relamiéndose la espuma. - ¿Para qué me has contactado si, como piensas -se frota la nariz-, te traicioné.

- Lo hiciste.

- Cumplía órdenes.- dijo casi convencido del todo.

- Órdenes...- Aprieto la mandíbula, mirando muy fijamente mi cerveza fría. Opto por obviar esa discusión.

- ¿Sabes qué pasó? En Madrid, digo.

Rvega asiente.

- No.- dice - Es decir, supongo que hicimos algo, pero realmente no sé qué fue.

- Provoqué la caída de las FAF.

- ¡La información que lograste en la morgue...!

- Pssssst- le hago callar al percibir las miradas aún más fijas en nosotros. "Malditos españoles gritones", deben estar pensando. -Sí, aquello desencadenó todo; y ahora que sé qué pasó quiero intentar arreglarlo.

- ¿Y volver a España?¿Estás loco?- Rvega me mira muy seriamente.

- ¿Acaso no quieres descubrir quién mató a Neospa? - No hace falta que me lo diga, lo leo en su gesto. - Es nuestro caso, siempre ha sido éso. Su muerte estárelacionada con la caída de la milicia.

Rvega resopla profundamente.

- Mira, me expulsaron a Polonia como castigo por el resultado de la operación para cazarte; aunque ahora, si lo pienso bien, quizá hasta me hicieran un favor si al final llegan los argentinos.

Detengo el gesto de llevarme la cerveza a los labios cuando ya casi la saboreaba.

- ¿Qué has dicho?

Rvega me mira extrañado.

- ¿No lo sabes? Los argentinos están preparando un airstrike. Se prevé que ataquen en menos de una semana.

Dejo la cerveza intacta sobre la mesa, pensativo. Sí, ahora es seguro que tendré que pedirle ayuda a ella; y el precio será alto.

Vuelvo la vista al soldado de BdC quien, callado, parece querer desentrañar el porqué de mi ceño fruncido. Despliego mi más amplia sonrisa, asiendo de nuevo la cerveza y le pregunto:

- ¿Has visitado alguna vez Buenos Aires en esta época del año?




Varsovia, julio 2014 - ronina



No ha llegado sola, como le había pedido, pero ya sabía que sería así. Y no sólo porque sea desconfiada, sino porque sus jefes no la tendrían ahora en tan alta estima como cuando nos conocimos. Menos mal que para hacer bueno eso de "hombre precavido, hombre vivo" yo también me he llevado escolta. Muy amablemente, Lefuuu ha convidado, a punta de pistola, a los dos guardaespaldas de ronina a una cerveza en la barra mientras ella se sienta a acompañarme en una mesa apartada en el fondo de la sala desde donde somos bien visibles.

- Gracias por venir. Te veo bien.

Su mirada habría congelado un ascua; no digo más.

- ¿Qué demonios quieres de mí?- ese mirar destila puro veneno. Le habría faltado añadir "capullo". Intento bromear:

- No estarás enfadada porque la última vez me fui sin despedirme, ¿verdad?

Sus pupilas de odio se quiebran con una veta de amargura infinita. Dijo muy lentamente las palabras para que cada una de ellas calase bien dentro de mí:

- Me canjearon por prisioneros muy valiosos para mi gobierno. Mis camaradas me tuvieron retenida más de un mes... interrogándome... - Se le quiebra la voz en un ahogado gemido con el que desvía la mirada a la barra, donde están sus "acompañantes".

- ¿Crees que he venido con esos porque somos amigos? - Su mirada era triste, pero irradiaba a la vez una fortaleza interior tal intensificada por esos ojos verdes que sentí un escalofrío recorrerme toda la columna vertebral, desde los dedos de los pies hasta la misma coronilla.

- ¿Y si te ofreciese la redención? - le espeto por sorpresa.

Me demuestra su extrañeza. "Sí, claro. ¿Y qué más: un descapotable?" es lo que parece decirme.

- Te preguntaría qué quieres a cambio.

Vuelve a ser un témpano, fría, gélida. Sonrío ampliamente, amistoso, y le deslizo una nota por la mesa. Ella la toma y la lee en un santiamén.


- ¿Esto quieres?

Asiento despacio, tratando de disfrazar el temor que tengo a que se niegue a mi petición. ronina sigue atenta al papel, releyendo la petición garabateada a boli.

- ¿Y cómo piensas lograr que mis jefes accedan y me levanten mi… - vaciló un instante tratando de escoger la palabra adecuada - sanción.

Dibujé el gesto de girar los dedos en el aire, clavando mi mirada en la nota, indicándole que la solución ya estaba escrita en el reverso de la nota.

Volteó y leyó, y su mirada verde se hundió en la mía, la boca abierta, levemente temblorosa, muestra de auténtico asombro. Por fin había logrado borrarle el cabreo del esmeralda brillante de sus iris.

- ¿Que tú vas a…?

Corté su pregunta con un gesto tajante de la mano. Sabe que lo que afirmo es muy en serio, y por eso cierra la boca y se concentra en el papel, pensativa.

Vale.- dice por fin. - ¿Cuándo nos vamos?

Quien expresa ahora su estupefacción soy yo.

- ¿Vamos? - digo encogiendo los hombros, mirándola interrogante.

Me devuelve la inflexibilidad con la expresión de su cara. Fijo que juega al póker.

- Obviamente. Tengo que asegurarme de que cumplirás tu promesa.- Y alza la nota con dos dedos hasta la altura de sus ojos.

No hay elección, y la necesito; así que asiento lentamente mientras amplío la sonrisa al máximo. Levanté por fin mi copa y brindé en su dirección.

- Na zdrowie!




Continuará…