Allende de cultura ...

Day 2,381, 13:29 Published in Spain Spain by Irreductibles
Anuncio al lector: Si es usted sensible a escenas de violencia o de sufrimiento, no recomiendo que lea el siguiente artículo. Gracias



Séptimo día sin comunicaciones – Piso franco del CNI (Buenos Aires)

Los teléfonos no funcionan. Busco en el registro de contactos para avisar a los pocos paramilitares españoles y agentes que quedaban en la ciudad. No encuentro a nadie.

Busco sus nombres en los registros de información mundiales. Llego a informes chilenos, serbios, polacos…

Todos desertaron hace días y sin las comunicaciones me he quedado solo en Buenos Aires. Escucho como llaman a la puerta. Se quienes son, así que cojo los explosivos y los reparto por todo el piso. Los activo todos para dentro de 3 minutos , tomo mi pistola y salgo por la puerta trasera.

Nada más salir veo a una mujer dándole el pecho a su hijo sentada delante de su casa en una silla de plástico. El bloque de pisos está un una zona marginal del barrio, con lo que servía de buena tapadera. Me ve con la pistola en la mano. Se pone tensa y se asusta. Le pido que se quede callada y cabecea mirándome fijamente y aterrada. Bajo al primer piso y salgo por la entrada al bloque, dejándolo 20 pesos al ciego que siempre mendiga ante el edificio.

Empiezo a recorrer las calles en dirección norte. Está todo abarrotado, pues es lunes y hay mercado en el barrio. Debo de llegar a la embajada de Brasil para que me manden a España en vuelo, o no podré salir de aquí. Son 16 manzanas de edificios hasta llegar.

Mientras camino entre la muchedumbre escucho una gran explosión a mis espaldas. Sigo caminando sin parar mientras la gente corre. Aprovecho para correr yo también sin llamar la atención. Al cuarto de hora salgo del barrio marginal y empiezo a ver bomberos y ambulancias dirigiéndose hacia mi piso. Encuentro un callejón que me puede hacer adelantar bastante. Lo recorro cabizbajo pensando en los siguientes pasos que debo seguir. Levanto la vista unos instantes para apartar unos sacos de basura. Empiezo a escuchar pasos detrás de mí, pero es ilógico, nadie coge un callejón en Buenos Aires si no quiere arriesgar su vida, nadie debería seguirme. Giro levemente la cabeza y veo que me siguen dos hombres y reconozco el pequeño bulto que deja la culata de la pistola sobre los pantalones.

Veo unas escaleras en la parte final del callejón que llevan a una casa. Sujeto firmemente dos de las bolsas de basura que tengo junto a mí y camino unos pasos arrastrándolas. Cuando creo oportuno me giro sobre mis talones y les lanzo las bolsas a mis perseguidores, los cuales caen por el peso de estas sobre el cuerpo.

Me pongo a correr frenético para llegar a las escaleras. Empiezan a dispararme, pero alcanzo el primer escalón sin que acierten. Me siguen muy de cerca. Empiezo a empujar la puerta hasta que consigo romperla y caer sobre ella. Escucho como los argentinos suben los escalones metálicos. Me levanto con cristales de la puerta clavados en la cara, y veo a una mujer con sus dos hijos jugando en medio del salón, un salón austero. Sé que no puedo escapar corriendo así que me lanzo junto a la familia y los junto detrás de la mesa. Les junto la cabeza unos contra otros y le pongo la pistola sobre la frente a la madre.

Alcanzan la puerta y entran rápidamente a la habitación. Se quedan quietos y se miran al verme ahí arrodillado. Les amenazo, juro que mataré a la familia si no me dejan salir con ellos como rehenes. Sé que no tengo valor para matarles, sé que es un simple farol y que no mataré a gente inocente, y también sé que si no funciona moriré en este país. Uno de ellos se empieza a reír, no le puedo entender. La madre solloza y los niños que no deben alcanzar los 5 años ven la situación como irreal, como debemos verla todos a esa edad, como un juego más.

De repente escucho 3 balazos limpios, pero no me duele nada. El peso que sujeto entre mis brazos aumenta, pues ya no se sujeta por sí mismo. La familia entera cae desplomada en el suelo, cada uno con un tiro en la cabeza. Sus mismos compatriotas les han ejecutado por mí.

Incapaz de reaccionar pierdo unos instantes valiosos y me vuelan la mano con la que sujeto la pistola sin poder ni moverme. Caigo al suelo henchido de dolor , nunca había sentido un dolor igual en mi vida. Intento acercarme a la pistola para cogerla con mi mano izquierda pero una patada en la cara me deja inconsciente y me impide cumplir mi objetivo.

Despierto más tarde inconsciente y encadenado en medio de la nada. La habitación esta a oscuras pero alcanzo a escuchar el gancho que sujeta mi cuerpo junto con las cadenas. De pronto el dolor recorre todo mi cuerpo desde las manos al ombligo. La posición en la que me han colocado hace estirarse demasiado a mis extremidades y me retuerzo de dolor llegando a gritar en el momento justo en que se me dislocan ambos hombros. Vuelvo a quedar inconsciente por el dolor.

Una luz fuerte me despierta. Estoy en mitad de una nave industrial y sigo colgado. Sigo sufriendo por mis hombros. La estancia está llena de soldados mirándome, sentados en sillas en una postura distendida, hablando de vez en cuando entre ellos. No entiendo nada de lo que ocurre. Poco a poco van callándose al darse cuenta de que estoy despierto. Cuando el silencio ya es notorio aparece uno de los dos argentinos que me han apresado antes. Se acerca a mi en medio de un vitoreo ensordecedor por parte de los soldados.

Se pone delante de mi y da una orden seca a todo el grupo ``empezad´´. Veo como sobre las mesas empiezan a pasar billetes, monedas, papeles. La gente grita cifras y horas desde sus asientos. Un serie de mujeres recogen el dinero que hay sobre las mesas y al cabo de unos minutos vuelven a estar todos en silencio.

Mi captor anuncia que se ha acabado el tiempo de las apuestas, y que empieza el juego. De pronto lo entiendo todo. Estaban apostando dinero , y las cifras y horas eran el tiempo que aguantaría torturado.

Veo como disponen mesas junto a mí, pero todas vacías. El torturador solicita al público con que prefieren empezar. Todo el grupo grita repetidas veces ``agujas´´. Una mujer lleva un tarro lleno de agujas a una de las mesas, y empieza el juego...

Empieza a clavarme una a una las agujas entre las uñas y la carne de los dedos, una de las partes más nerviosas del cuerpo. Grito de dolor como no he gritado en mi vida. Noto hormigueos por todo el cuerpo combinados con dolor, un dolor frío que parece que no superaré jamás. Suplico que pare, pero es o solo provoca más risas y vítores por los soldados.

De las agujas pasan a arrancarme las uñas una a una entre gritos que ya forman parte del coro de gritos de los propios soldados. Luego empiezan con los dedos…
Veo como uno a uno acaban sobre la mesa, amputados brutalmente con unas tijeras de podar. Me he desmallado 2 veces en menos de un día, no volveré a hacerlo por mucho que me hagan.

Noto como la sangre chorrea por las heridas abiertas que antes eran dedos. Veo como entre dos soldados traen una sierra mecánica que dejan sobre una de las mesas.

Ante los rostros de burla y la exaltación de algunos jóvenes, me cortan lo que me queda de los pies con la sierra. El olor a gasolina de la máquina y de sangre se mezclan para aumentar mi sensación de mareo.

Empiezo a temblar de frío y a tener una percepción del tiempo más irreal. Traen brasas en calderos y dejan caer los muñones de mis pies sobre ellos bajando levemente el gancho.

Empiezan a caerme lagrimones por la mejilla, pero al poco tiempo paro. No puedo dar un espectáculo mayor de mi propia muerte. La sangre y la piel se me quema fácilmente, y pronto la sangre deja de brotar, saben cómo alargar la tortura.

Me alejo de esa sala y pienso en que haré cuando escape de aquí, obviando el hecho de que no voy a escapar. Pienso en mi hermana que vive en España, en volver a verla y en abrazarla, a ella y a mis padres. Noto el hierro al rojo sobre mi piel pero lo inhibo de mi mente. Sigo pensando en mi hogar, en Asturias, en las fiestas de Cabrales mi pueblo, en mi infancia en la granja. Noto como mis sueños de formar una familia terminan pero también lo inhibo. Pienso en Covadonga, en las vacas con las que jugaba todas las mañanas de niño, en mi abuelo enseñándome las hierbas que podía comer si me perdía en el bosque, y así me paso el resto de las horas, hasta que a las 4 horas de la tortura se escucha en la sala ``Premio para los que apostaron por 4´´….



Definición de juego: Acción y resultado de jugar, divertimento

Espero no haber herido la sensibilidad de algunos lectores, y espero que se recuerde siempre que eRepublik es un juego y que por mucho que las cosas vayan mal, lo importante somos las personas, y unas simples fronteras no pueden crear un odio irracional entre dos culturas y entre dos gentes.