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Agotado por haber pasado todo el día con sus nietos Benjamin, llegó a su casa y se recostó al lado de su esposa sin ni siquiera comer. El andar detrás de una pelota y el columpiar a sus rubias nietas realmente a su edad le había pasado la cuenta.

Al otro día, al despertar era tan grande el dolor de sus músculos que decidió seguir en la cama viendo televisión, pero la programación no le fue entretenida y volvió a dormir...

Benjamín! le gritaron de la otra esquina, y cruzando la calle se junto con su amiga Betsabé, amiga que siempre quiso tener algo con él, quien andaba con su esposo e hijo. Conversaron de la vida por un largo rato hasta que apareció Camila una ex novia que tuvo en su época de juventud. Hasta ahí todo iba bien hasta que una de ellas preguntó, y cómo está la Matilde?...

Asustado despertó, con un intenso dolor de estomago como no había sentidos en años, ya era hora de almorzar y se levantó.

Después de almorzar subió a lo que el llamaba bodega del recuerdo y comenzó a buscar cosas de su juventud como lo hacía de vez en cuendo. En su busqueda encontró una fotografía que no había visto en todos estos años, era la fotografía de una niña blanca, de pelo negro, con razgos tiernos y delicados y al dorso de la carta con muchas faltas de ortografía se expresaban las más lindas palabras que a él le habían dedicado, palabras de un amor intenso, promesas eternas. Después de un momento de leer y reflexionar sobre la carta recordó quién era la de la fotografía, Matilde, la primera mujer de la cual estuvo enamorado, con la primera que deseó compartir su vida, la que quizo alguna vez que fuera la abuela de sus nietos. Había terminado tan traumática su relación que ya no la recordaba. ...