Lola.

Day 377, 05:54 Published in Spain Spain by Ezequiel

Madrugada del lunes 1 de noviembre de 2008, Campeche.

A estas horas del día no tengo fuerzas ni para liarme un cigarro. Ni yo, ni ninguno entre la veintena de soldados que se resguardan en una vieja posada en esta tierra vecina.
Al menos aquí las noches no son tan gélidas y un par de tragos de aguardiente apacigüan el frío y el alma.
Apoyado en la pared de yeso, con los antebrazos descansando sobre las rodillas, escucho las quejas de mis compañeros. Falta munición, están cansados y apenas hay víveres accesibles pese a estar tan cerca de casa.
Hay quien se queja con rabia e indignación de traidores en las mismas filas patrias.
Fijo la mirada en uno de los muchachos que habla en este momento, pero lo cierto es que no estoy escuchando. No puedo evitar pensar.
Recuerdo que soy un mercenario. Lucharía en esta guerra o en cualquier otra a cambio de algo que aún no sé que es.
No sé hacer otra cosa.
Lo cierto es que mis ideales acaban donde empieza la mirilla de mi fúsil; que mi vida empieza cada día al son de tambores de guerra, y que acaba cada vez que cubro mi cuerpo con cualquier manta sucia y recuesto mi cabeza en el petate.

Esta mañana me dijeron que Sebas estaba vivo. Fueron capturados por sorpresa en la última batalla en Finlandia y sólo un día después devueltos a España en un avión de ayuda militar.
Me alegro por Sebas y por los otros dos chavales. Espero que les vaya bien.

Con cuidado saco una foto de mi vieja cartera de piel marrón. Me la regaló un soldado noruego que hicimos preso allá por Octubre, en una batalla que no era ni suya ni mia.
Charlamos y bebimos hasta caer dormidos y al día siguiente, cuando le dejamos en libertad, aquel barbudo pelirrojo me regaló esta cartera que guardo desde entonces.

- ¿Qué tienes ahí?. - Uno de los compañeros, Ezo, se acerca con rapidez y trata de coger la foto que sostengo con cuidado entre las dos manos.
La aparto y le miro con fiereza, dejando claro que hay cosas que son de un hombre y que ningún otro debe tratar de arrebatar.
- Venga hombre, ¿qué tienes ahí?.- Medito unos instantes y vuelvo a fijar mis ojos en él. Pero él permanece expectante, interesado. De hecho, ya todos han vuelto sus miradas hacia nosotros y también permanecen a la espera.
Finalmente giro la foto y se la enseño a Ezo. Los demás se acercan impetuosos, esperando encontrar algo sorprendente.
Y la verdad es que ellos saben, y yo sé, que cualquier cosa con atisbo a secreto puede ser sorprendente en este lugar.
- ¡Vaya!, ¿quién es?.-
- Sí, ¿quién?; dí, ¿quién?
Uno tras otro se agolpan frente a mi y durante un instante estoy convencido de que trescientos kilos de carne de soldado van a caer sobre mi,así que con un brazo me cubro la cabeza y pido calma.
- Es Lola.- Respondo.
- ¡Lola!....- Como si nadie hubiera escuchado jamás un nombre así. Algunos de los chicos se miran entre ellos y repiten con los ojos muy abiertos: - Lola.
- ¿Y quién es Lola?.- Pregunta Ezo, quien finalmente ha conseguido arrebatarme la foto de las manos y se encuentra absorto en ella sin perder de vista a los demás que pudieran intentar cogérsela.

Y así, durante casi dos horas, les hablo de Lola.
Les cuento como es. Les relato cómo me enamoré de ella la primera vez que la ví: Fue en Madrid, en una tasca en el centro, en una de esas tardes grises y lluviosas de octubre...
A Lola no le gustan las guerras. Ella prefiere salir a bailar de vez en cuando y caminar durante horas bajo un cielo atronador.
Le gusta reírse. Le gusta tanto que no puedo imaginármela seria.
Y a pesar de todo eso, Lola es tímida. Posee la timidez de quien se sabe diferente, de quien sabe que todos somos diferentes, de quien sabe lo que le gusta en la vida.
Nadie habla durante todo este rato, ni una sóla pregunta. Las miradas de todos siguen a cada segundo expectantes a mis palabras.
De vez en cuando, mientras pienso y estoy callado, algunas manos gesticulan algo así como :"vamos, sigue, sigue...".
Les relato cómo es su cara, que no pueden imaginar lo hermosa que es vista de cerca, sin colores impresos en un papel; en la realidad.
La primera vez que por un momento cruzó su mirada con la mia...
Les hablo con voz baja de cómo es su pelo, sus manos, su piel.

Deben rondar las tres de la mañana y el teniente entra en la habitación. Nos insta a dar el toque de queda. Mañana será un día duro y hay que descansar.
Se apagan las luces y esa noche todos sueñan con Lola. Nadie se acuerda de las municiones ni de los víveres. Todos imaginan las grises calles de Madrid en una de esas mañanas lluviosas de octubre, y en color, envuelta en un vestido rojo, o blanco, imaginan a Lola bailando y riendo.
También yo sueño con ella y la imagino como lo he contado. Porque la verdad es que, si ellos no saben realmente como es esa mujer de la foto, yo tampoco.
Porque Lola no es más que el recorte de una foto de un periódico. Una foto con la que envolvía el tabaco en las trincheras y que un día decidí guardar en la cartera que un barbudo noruego una noche de borrachera me regaló.

"(... I'm taking her home with me all dressed in white
She's got everything I need some pills in a little cup
She's falling hard for me I can see it in her eyes
She acts just like a nurse with all the other guys (...)"

(The Nurse Who Loved Me - A Perfect Circle)