La Guerra del Opio

Day 1,811, 15:14 Published in Chile Bulgaria by Frankenhoff

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Los elementos principales caracteristicos en eR, especialmente el dominio y conquista, se encuentra en gran medida reflejado en la historia, una muy particular, que fue el sometimiento de un pueblo, una nación milenaria en manos de mercantilistas, bucaneros y piratas, respaldado por la corona y los grandes capitales del siglo XIX.


1. INTRODUCCION

El comercio marítimo directo entre Europa y China comenzó en el siglo XVI, después de que los portugueses establecieron colonias en la India y el sur de China. El ritmo del intercambio entre la China y el Occidente se aceleró drásticamente. Los galeones de Manila trajeron más plata a China que la Ruta de la seda.

A causa de la alta demanda de té, seda, y porcelana en Gran Bretaña y la baja demanda de mercancías británicas en China, Gran Bretaña tenía un gran déficit comercial con China y debía pagar estos artículos con plata. Gran Bretaña comenzó a exportar ilegalmente opio a la China desde la India Británica en el siglo XVIII para contrarrestar su déficit. El comercio del opio creció rápidamente, y el flujo de plata comenzó a reducirse. El Emperador Yongzheng prohibió la venta y el consumo de opio en 1829 a causa del gran número de adictos.


2. ANTECEDENTES

El Reino Unido ofrece un gran contraste con los países europeos continentales. Desde luego había sido sacudido por los desórdenes: Motines obreros de “Peterloo” en 1819, motines y manifestaciones pro reformas democráticas de 1838 a 1848, grandes manifestaciones obreras y huelgas a veces sangrientas. Pero, a diferencia de la Europa continental, había sabido evitar las revoluciones. Allí en lo social, constituía la infraestructura de lo político.

Después de las leyes de 1824 y 1825, se constituyeron las trade unions, las cuales lucharon para mejorar las condiciones de los obreros, quienes renunciaron progresivamente a la acción política directa .

Gran Bretaña, había alcanzado un notable grado de preeminencia mundial en 1815, gracias a su diestra combinación de dominio naval, crédito financiero, experiencia comercial y diplomacia de alianzas. Lo que hizo la revolución industrial, fue fortalecer la posición de un país que había obtenido grandes éxitos, en las luchas preindustriales y mercantilistas del siglo XVIII, y que se había convertido entonces, en una clase diferente de potencia.

Si el ritmo de cambio fue gradual más que revolucionario, los resultados fueron por tanto, impresionantes. Al año 1830, los 2/3 del crecimiento de producción industrial de Europa, correspondieron al Reino Unido, y su participación en la producción manufacturera mundial, aumentó de un 19,9% en 1830 a un 53% en 1860.

Más de 1/3 de la marina mercante del mundo, navegaba bajo la bandera británica, y esta proporción aumentaba sin cesar. No es de extrañar entonces, que los victorianos se mostrasen entusiasmados ante su estado único, que era entonces el centro comercial del universo:

Las llanuras de América del Norte y de Rusia, son nuestros trigales; Chicago y Odessa, nuestros graneros; Canadá y El Báltico, nuestros bosques proveedores de madera; Australasia contiene nuestras granjas de corderos, y en Argentina y las praderas occidentales de América del Norte, están nuestras manadas de bueyes; Perú nos envía su plata, y el oro de África del Sur, y de Australia fluye hacia Londres; Los Hindúes y los Chinos Cultivan Té para nosotros, y en nuestras plantaciones de café, azúcar y especias, están en todas las indias. España y Francia son nuestros viñedos, y el Mediterráneo nuestra huerta de frutales; Y nuestros campos de algodón, que durante mucho tiempo estuvieron en el Sur de los Estados Unidos, se están extendiendo ahora por todas las regiones templadas de la Tierra

Con tales manifestaciones de confianza, así como las estadísticas industriales y comerciales en que aquellas se apoyaban, parecían sugerir una posición de dominio sin igual por parte de Gran Bretaña, es justo observar algunos otros puntos que sitúan todo esto en un mejor contexto. No es probable que el PNB (Producto Nacional Bruto) del país fuese nunca el más elevado del mundo, en las décadas que siguieron a 1815. Dados el volumen de la población China y más tarde la de Rusia, y el hecho evidente que la producción y distribución agrícolas constituían la base de la riqueza nacional en todas partes, incluso en la Gran Bretaña anterior a 1850, el PNB de ésta nunca pareció ser tan impresionante como su producto per cápita o su grado de industrialización .

Para Gran Bretaña, la nueva pauta de relaciones internacionales no era ninguna novedad. En el transcurso del siglo XIX, llegó a ser el país dominante en Europa. Desde luego, era lo bastante fuerte para valerse por sí sola, y tenía las ventajas del aislamiento geográfico, y de la inmunidad de los levantamientos internos que estallaban en el continente. Pero, también contaban con gobernantes firmes que, sin sentimentalismos, se consideraban comprometidos con el interés nacional.

Los sucesores de Castlereagh, distaron mucho de comprender a la Europa continental tan bien como él. Pero tuvieron una comprensión más clara de lo que constituía el esencial interés nacional británico, y lo buscaron con extraordinaria habilidad y persistencia. En otras palabras, Gran Bretaña se reservaba el derecho a seguir su propio camino, de acuerdo con las circunstancias de cada caso, y guiada exclusivamente por su interés nacional .

En el polo opuesto, para China no existía ningún pueblo vecino que pudiera amenazar su independencia o contradecir su forma de vida. Los pueblos nómadas de las estepas del norte, que en épocas anteriores constituyeran una gran amenaza para el imperio, se encontraban desde el siglo XVIII bajo el dominio de un gobierno chino, que había extraído la fuerza de sus mismos pueblos.

El gobierno imperial chino, no poseía una concepción de las relaciones internacionales, que pudiera corresponderse con la idea occidental del intercambio diplomático permanente, dentro de un sistema de estados con igual soberanía. En la filosofía de Confucio, China constituía la única fuente de civilización verdadera para el género humano, y el emperador de China el único representante legítimo del Cielo en los asuntos terrenales.

Sin embargo lo anterior, la corte de Pekín permitía a los comerciantes “no vecinos” de Europa y América del Norte, comerciar en el puerto de Cantón, de acuerdo con reglamentaciones establecidas unilateralmente por las autoridades chinas, pero sin entablar relaciones diplomáticas con los gobiernos de los países de estos comerciantes extranjeros. Por consiguiente, los extranjeros en Cantón carecían de apoyo y protección por parte de representantes diplomáticos o consulares de sus propias naciones.

Entre las naciones occidentales, eran los ingleses los que tenían mayor participación en el volumen total del comercio con Cantón. Sin embargo, a pesar del porcentaje de comercio Británico que se transaba, nunca fueron capaces de obtener alguna mejora en las pocas satisfactorias condiciones mercantiles, ni permiso para trabajar en ningún otro lugar que no fuera Cantón.

En 1729, el emperador Yung Chêng había dictado un edicto contra el uso del opio, que se había puesto de moda en China, pero se permitió su importación legal como droga medicinal hasta 1800, fecha en que fue absolutamente prohibido por el emperador Chia Ch’ing. Desde entonces la compañía de la India oriental no lo transportó en sus propios barcos, si no en naves del país que lo llevaban desde Bengala, y lo vendía antes de llegar al puerto; lo descargaban en los botes que los esperaban en el río Cantón, y los compradores sobornaban a los funcionarios locales para que cerraran los ojos al tráfico. Las ventas continuaron aumentando durante las 3 primeras décadas del siglo XIX, y las espasmódicas tentativas de las autoridades chinas para que se cumpliera la ley, sólo condujeron a que el opio se trasladara a los navíos almacenes, estacionados fuera del estuario del río. Y desde estos buques se desembarcaba el opio de contrabando, en distintos puntos de la costa .


3. DESARROLLO DE LA PRIMERA GUERRA DEL OPIO EN CHINA

Según todos los antecedentes anteriormente revisados, se conjugan varias razones por las cuales Gran Bretaña habría tomado la decisión de entrar en guerra con China, para hacerse cargo de los recursos y la administración de sus principales puertos de comercio con el occidente.
En primer lugar, el hecho que en Inglaterra la cuestión social, las manifestaciones y revoluciones estuviesen relativamente controladas por los sindicatos y comerciantes, sienta las bases para que la mentalidad de los ingleses, estuviese más a tono con el ámbito mercantilista, que con la revuelta social.

Una persona que tiene la posibilidad más abierta de pensar en temas comerciales, unido a la situación que Gran Bretaña tuviese una real necesidad de aumentar considerablemente, la obtención de recursos naturales e insumos desde el extranjero, para rentabilizar al máximo toda la capacidad industrial interna que poseían en la época a nivel mundial, se traduce en la búsqueda y generación de oportunidades en el exterior, que amplíen las posibilidades y objetivos trazados.

Al mismo tiempo, China, autosuficiente y etnocentrista, con una importante exportación de seda, porcelana, té y otros productos a occidente, y una baja importación desde el extranjero, debido a las nulas relaciones internacionales, provoca una descompensación en su favor de la balanza de pagos con todos los países, en especial con Gran Bretaña, el cual era el que comerciaba el mayor volumen de productos con China.

Ante todas estas razones, hacía falta un factor decisivo que determinara definitivamente la guerra como forma, para conseguir de modo libre, todos los recursos e insumos que China generara para libre disposición de Gran Bretaña. Ese factor determinante, fue el tráfico de opio.

El mercado negro y consumo del opio comenzó a aumentar en China a partir del comienzo del siglo XIX. Al aumentar el volumen del comercio ilícito, el gobierno central de Pekín se sintió más interesado por esta cuestión, no solo a causa de los efectos de la costumbre de fumar opio (que se había extendido entre los funcionarios), sino también por la salida de plata de China, debido al cambio de la balanza comercial, y por la corrupción que llenaba los bolsillos de los funcionarios de Cantón, pero que no aportaba nada a los ingresos aduaneros.
En 1838, el emperador Tao Kwang nombró un alto comisario imperial: Lin Tse-Hsü, con poderes especiales para dirigirse a Cantón y hacer cumplir la prohibición legal. Esta acción estaba destinada a producir una crisis en las relaciones chinas y los comerciantes extranjeros en Cantón, pero probablemente no hubiera conducido a un conflicto armado, si los intereses británicos hubieran seguido, estando representados por la compañía India Oriental. Pero desde 1834, la situación había quedado radicalmente alterada por un segundo factor, que contribuyó no menos que el crecimiento del comercio del opio a aumentar la tensión. En 1834, se había puesto fin al monopolio de la compañía de la India Oriental por un acta del parlamento, dejándose el comercio con China abierto a la libre competencia por el lado británico .

A partir de la llegada del comisario Lin Tse-Hsü a Cantón en marzo de 1839, para hacer cumplir la ley prohibitiva del opio, éste cierra todas las factorías extranjeras y anuncia que a nadie les sería permitido abandonarlas hasta que todo el opio de los barcos almacenes, hubiera sido llevado río arriba y entregado. Bajo esta amenaza, fueron entregados y destruidos más de 20.000 cajones de opio, y a continuación, Lin dio permiso para que se restableciera el comercio normal. Pero el capitán Elliot, que era el superintendente, ordenó a todos los comerciantes Británicos que abandonaran Cantón, hasta que les fueran dadas las garantías contra una repetición de semejante coacción. Como esto no sucedió, el gobierno británico decidió enviar una fuerza expedicionaria desde la India, y llevar adelante las hostilidades con el propósito no solo de restaurar el antiguo estado de las cosas en Cantón, sino de “revisar las bases del comercio británico con la China”.

Las operaciones bélicas se produjeron en la zona de Cantón, y a todo lo largo de la costa en dirección norte, hasta la isla de Chusan, que fue ocupada. Lo anterior da inicio a la primera guerra del opio entre Gran Bretaña y China, entre 1839 y 1842.

La relación entre ambos al inicio de la guerra del opio, estuvo marcada por tensiones políticas, detonando innumerables pactos de paz entre ambos. La filosofía China promovía una neutralidad que a corto plazo sería fatal. Mientras China promovía un equilibrio insostenible e ilusorio, Gran Bretaña promovía un intervencionismo intenso en todas las esferas administrativas y políticas.

La capacidad política, diplomática y tecnológica de Gran Bretaña en contraposición a el imperio Chino, dejaba a estos últimos en una posición muy precaria, considerando su etnocentrismo. La filosofía ya no era la solución a todos los problemas, la máquina de guerra de Gran Bretaña era en todo aspecto superior y además, considerando, la condición del ejército Chino mantenido en el tiempo como si fuese el siglo XVI, permitía a los Británicos y sus milicias tomar el control total de la situación, disuadiendo de manera flagrante la fuerzas Chinas.

Internamente, los estamentos y jerarquía Chinas no mostraban una mejor cara. Traiciones y complots orquestados desde las altas esferas Británicas desde mucho antes del inicio de la guerra, permitían observar un escenario escalofriante. Generales enviando a la muerte a sus propias tropas; falsas cartas al emperador y una larga lista de hechos detonaron una capitulación inminente desde un principio. La nobleza China totalmente vendida al mercantilismo Británico y las altas esferas que rodeaban al emperador, bajo el mismo tono, sumado a una grave adicción al opio, no prestaba a otro final, delicadamente tratado por los estrategas británicos. En definitiva, la sociedad y estamento Chinos, estaban corroídos desde dentro. Poco podía hacer el emperador al bloquear el mercado negro.


4. CONSECUENCIAS DE LA PRIMERA GUERRA DEL OPIO EN CHINA

La primera guerra del opio, culmina el 11 de agosto de 1842, con la derrota definitiva del imperio chino, y la promulgación por parte del emperador Taokuang del “decreto imperial”, de aceptar todas las demandas planteadas por los ingleses. El 29 de agosto del 1842, se firma en el buque de guerra insignia Cornwallis, el “Tratado de Nankín” sin modificar palabra alguna sobre los planteamientos de la parte inglesa, tratado que lesionaba la soberanía y humillaba a la nación. Al año siguiente, se firmarían entre ambas naciones otros dos documentos complementarios del “Tratado de Nankín”: “Reglamentos generales para el comercio de Inglaterra en cinco puertos de China”, y el “Tratado de Jumen”.

El tratado de Nankín es el primer tratado desigual en la historia moderna de China. Marx señaló agudamente una de las características del tratado: “Fue firmado bajo la amenaza de la boca de cañón” .

Bajo el tratado de Nankín y sus complementarios, Inglaterra obtuvo los siguientes privilegios y beneficios:

• La ocupación de Hong-Kong. De aquí en adelante y por más de 100 años, Hong-Kong se convirtió en una base importante del imperialismo en China.
• Apertura de 5 puertos al comercio: Fuchou, Kuangchou, Amoy, Ningpo y Shangai fueron abiertos al comercio. Estos 5 puertos se delimitaron en concesión para la directa administración de personeros Ingleses.
• Extorsión de sumas fabulosas por concepto de indemnización, por opio confiscado, por gastos bélicos y deudas de comercio.
• Pérdida de aranceles convencionales aduaneros por parte de China.
• Jurisdicción consular conforme a las leyes inglesas.
• Privilegios varios de la nación más favorecida, entre los extranjeros que comerciaban con China.

5. CONCLUSIONES

El control de los recursos políticos y materiales es requisito para el exito de una campaña que posea una proyección futura. Predecir los eventuales escenarios futuro y preveer en ello, permite, visualizar el exito.


6. BIBLIOGRAFÍA

• Baptiste Duroselle, Jean, “Europa de 1815 a nuestros días – Vida Política y Relaciones Internacionales”, Editorial Labor S.A., Barcelona, España, 1983.
• Varios Autores, “Breve Historia Moderna de China”, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Beijing, 1980.
• Kennedy, Paul, “Auge y Caída de las Grandes Potencias”, Ediciones Printer, Barcelona, España, 1989.