¿Qué hace Tirant en mi cama?

Day 2,610, 13:35 Published in Spain Spain by Piratax Tax


Llevaba semanas encerrada en la e-Perla Negra, recordando los buenos ratos con Deagol y mi boda con Thor.eR. Ahora ya no estaba y no volvería.
Mis ojos estaban hinchados por las lágrimas y mi corazón no sabía dónde caer roto. También estaban hinchadas mis… bueno, ya sabéis.

La puerta sonó y tras la cortina de nieve apareció el nuevo Tirant, empapado y blando. Le había quedado restos de copos en las pestañas y le daba un toque de ancianidad muy graciosa.

- ¿Pero qué haces aquí con la que cae? – le dije algo exaltada. – Entra y ponte un trago de ron para entrar en calor y sírveme otro a mí, anda.

Entró y lo hizo. Mientras yo fui a buscarle una toalla para secarse un poco, pero estaba calado hasta los huesos. Le froté como pude pero no había manera.

- Tirant, estás empapado. Tendrías que cambiarte la ropa. Prometo mirar sólo de reojo.

Nada más decirlo me di cuenta de lo que eso significaba, pero ya no pude echar marcha atrás. ¿Marcha atrás? ¿Por qué todo lo que decía o pensaba sonaba sexual?
Él me miro y asintió. Fui a buscarle un viejo Kimono que tenía de un abordaje en aguas japonesas. Se lo estiré en la cama y le ayudé a quitarse el abrigo.

Dimos un trago rápido de ron y nos acercamos al kimono. Él se seco el pelo con la toalla y el alborotado me hizo verle muy atractivo. Noté una íntima humedad y mis… se hincharon más, apuntándole. Nos miramos un segundo y seguimos con la tarea, mientras hablábamos de cómo estaba el congreso, de Colon y de otras nimiedades. Su torso quedó al descubierto y le froté la espalda con aquella toalla ya mojada.

- Quizá necesitarías una ducha - Le dije.
- No. Creo que lo que necesito es otra cosa. – respondió, repasándome de arriba abajo.


La distancia que había entre nosotros se redujo y nuestros labios se acercaron, buscándose, pero… en seguida me separé y terminó de vestirse.
Nos servimos más ron y nos sentamos entre cojines en el suelo, junto a la estufa. Bebimos, reímos y lloramos. El kimono se le abrió por el pecho y vi uno de sus pezones asomando. Él vio que le miraba y también miró los míos, insinuantes tras el blusón blanco. Noté cataratas que fluían desde dentro de mí y vi que se abultaba su entrepierna. El ron empezaba a hacer efecto y yo estaba cansada. Me dejé llevar.


Tirant me los rozó y se dispararon más aún. Apuntaron al cielo y él los descubrió con suavidad, acariciándolos con su lengua. Le acompañé y mi mano le buscó.

Encontré un buen sable escondido que empecé a acariciar. También apuntó al cielo. Desabrochó mi blusón y yo deshice el nudo de su kimono. Su piel estaba caliente ya, como nuestros cuerpos. Me levanté y puse música. En el camino perdí la ropa y me quedé con sólo con el tanga. Se retiró lo que le quedaba de chaqueta y vino hacia mí con un cañón preparado que yo esperaba con deseo.

Me abrazó, me besó, me cogió en volandas y me llevó hasta la cama. Allí perdimos la noción del tiempo y del espacio; y nos fundimos. Él se movía y yo le mecía. Sonaron fuegos artificiales y juntos subimos al cielo.



¡Participa!